La ciudad y sus perros (2)

Dick Commandeur 21/02/2022
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En días pasados, Correo del Sur publicó un evento noticiero bastante insólito: la quema de una casita de perros que algunos vecinos habían construido en un parque/área verde para cuatro perros, que formaban una supuesta familia. Seguramente, fueron buenas las intenciones, pero construir similar estructura en área pública, de esparcimiento, debe ser ilegal.

La casita había sido quemada, me imagino, por otros vecinos que no querían ver afectada su área verde, o quizás no querían tener un grupo de perros sin dueños ni adiestramiento o control en un lugar donde juegan sus niños. Menos que los perros generaran sentido de territorio, propiedad sobre el lugar, con mayor peligro para las personas que quieran disfrutar del mismo espacio.

Según las noticias siguientes, se permitió que se reconstruyera la casita en el parque, infringiendo de nuevo, en mi entender, las normas municipales y el sentido común.

La reacción de la Alcaldía también fue extraña al comprometerse de construir un albergue para 600 perros callejeros, con todas sus comodidades, en un espacio de más de una hectárea, ¿destinada a área verde? El financiamiento vendría de padrinos de la misma Alcaldía y de la sociedad, porque supongo que no estaría incluido en el presupuesto municipal vigente. No queda muy claro, qué solucionaría el albergue, porque solamente cubriría entre 1.5 y 6 por ciento de la cantidad de canes que hay en las calles según estimaciones de la misma Alcaldía de los últimos años. La factibilidad a corto y largo plazo de ese plan o improvisación me parece muy dudable, ya que mantener “en su primera etapa” 600 perros, no debe ser fácil ni barato. 

No se indicó si el albergue por lo menos reemplazaría a la casita en el parque, devolviendo el área verde al público en general, evitando riesgo de tener que invadir el territorio de la familia canil con todas sus potenciales consecuencias.

El evento noticiero me daba la impresión que se haya perdido la proporcionalidad del problema. Institucionalizar el fenómeno de perros de la calle, que así se estaría haciendo, me parece peligroso para la salud pública, fuera de que da mala imagen a la ciudad. Parece suponer que, sin fundamento alguno, las calles de la ciudad sean el hábitat natural del perro. Además, si fuese así, no sería lógico que se los quieran encerrar y dar cadena perpetua. Mantener centenares –y sería necesario miles– de perros en albergues es un total sin sentido, fuera de que es inviable.

Habría que pensar en soluciones realistas, o seguir viviendo con los perros en la calle con todos los riesgos para la población. La mejor solución para la supuesta familia canina del parque sería que los amantes los adopten y cuiden en sus casas. Así todos felices, no se infringen las normas y hay mayor seguridad para todos los que nos beneficiamos de las pocas áreas verdes en la ciudad. El problema más complejo de la sobrepoblación canina callejera necesitará soluciones más serias, donde los propietarios tomen su responsabilidad y la Alcaldía se encargue desde el punto de vista de cuidar la salud pública. 

Y que los amantes de las mascotas, las disfruten y las cuiden bien, con consideración para el resto de la ciudadanía.

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