La paranoia, cuya etimología proviene del intelectivo idioma griego, se descompone en ‘para’, que significa “fuera” y ‘noys’, “mente”. Se diagnostican paranoicas a las personas en general, sin importar su cargo o influencia, que sufren una psicosis crónica caracterizada por la organización lógica de ideas fijas y absurdas formadas por intuición o interpretación de premisas falsas.
En una personalidad paranoica, como inequívocamente se desvela en las recientes acciones del Presidente ruso, concurren la sobreestimación del yo, la desconfianza, el orgullo, la ausencia de autocrítica, la rigidez exagerada, cuando no exista delirio. Cuando las personas con poder se aproximan peligrosamente a la megalomanía, la seguridad de la población se verá afectada por imprevisibles decisiones pues la persona megalómana irrumpe con delirios de interpretación.
La megalomanía en un estadista, como consecuencia de un trastorno psiquiátrico, conduce inexorablemente a los mayores desatinos que le impiden la reflexión, meditación y la aplicación correcta de la noción de autoridad que el propio concepto exige condiciones para ejercerla: formación intelectual con satisfactorios conocimientos en la preservación de la equidad, justicia y el tratamiento correspondiente a un servidor público con autoridad. Para encarnar autoridad se requiere inexcusablemente de formación adecuada a los valores humanos, por ello, esta formación puede ser académica, que es lo aconsejable, y empírica en base a largo años de experiencia.
El Presidente de Rusia está intensamente impregnado, sin solución de continuidad, de una formación dogmática en un organismo especializado en espiar, intrigar, ejercicio de la mitomanía y la determinación de la muerte del contrario, como lo fue la KGB. Esta determinante formación enquistada en la personalidad del líder ruso le impide recomponer y empaparse con la lectura de la historia; más grave y cruel aún, en la misma de su país que sufrió invasiones, mutilaciones y limitaciones de la libertad durante décadas.
Los actos o determinaciones de una autoridad son objeto de protección jurídica especial, empero, sus abusos y extralimitaciones constituyen formas delictivas que imponen las más graves consecuencias. Se patentiza la formación dogmática por las recientes bufonadas que recibió la diplomacia europea y la norteamericana, pues mientras conversaba personalmente con líderes accidentales, simultáneamente accionaba su plan de invasión a Ucrania. Los servicios de espionaje e información del accidente registraron absoluta candidez.
Es un delirio de la máxima autoridad administrativa rusa pensar en la restitución de la Unión Soviética a costa de la integridad, fortaleza y consolidada democracia de la Unión Europea. En esta columna está excluido el ánimo apocalíptico de lo que puede suceder en estos próximos días o semanas debido a que las amenazas de extender el conflicto a otros países del occidente obliga a estos a asumir las mismas extremas decisiones; entonces, deviene inevitablemente el caos mundial.
* Es abogado, posgrados en Filosofía y Ciencia Política, Arbitraje y Conciliación, Interculturalidad y Educación Superior, Derecho Aeronáutico, docencia en Educación Superior, Alta Gerencia para abogados, doctor honoris causa en Humanidades.