El presente de los niños

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 16/04/2022
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Se dice con frecuencia que los niños son el futuro y, quizás de tanto repetirlo, no nos damos cuenta de su preocupante presente, uno sobre el que deberíamos reflexionar no solamente en un día como hoy, martes 12 de abril.

Así, pues, no únicamente en el Día del Niño, sino en todo tiempo y lugar, la defensa de los derechos humanos en general y la de los menores de edad en particular amerita una mayor contundencia de todos, sin distinción alguna.

Medio metro de alegría, eso es un niño sano que recibe afecto de sus padres. Juega a imitar papeles, la mayoría de las veces de personajes de moda. Canta a voz en cuello porque hay quien le escuche. Inventa historias porque alguien le plantó la semilla… 

Pero si ve golpear a la madre, va y se esconde como un ratón recién nacido y asustado. Si los padres le obligan a trabajar, no solo peligran sus juegos sino sus estudios e integridad en un mundo donde no hay quien lo proteja. Si vive con su progenitor en una cárcel, su idea del mundo terminará totalmente distorsionada. 

Estos últimos niños son los que nos preocupan porque los estamos matando en vida, clausurándoles el futuro cuando aún respiran. Y son motivo de continua denuncia porque nadie parece preocuparse lo suficiente por ellos como para hacer algo ahora.

Los gobernantes nacionales y departamentales no tienen tiempo para seres de medio metro porque su día entero se la pasan peleando con sus opositores, o los persiguen para encarcelarlos. Mientras, los dramas se multiplican entre niñas y niños.

Visibilizar la realidad de cientos de niños y niñas que atraviesan difíciles situaciones a causa de diferentes factores como la pobreza de sus familias, el hacinamiento en el que viven, el consumo de alcohol de sus padres o la violencia intrafamiliar, entre otros indicadores, se convierte en una lucha diaria.

Hablar de sus derechos, de los accesos negados a una educación de calidad, a servicios de salud y, sobre todo, a contar con un sistema de protección que les permita simplemente ser niños y niñas, crecer con sus familias, y que estas los amen y protejan, se ha vuelto también una batalla cotidiana para organizaciones como Aldeas Infantiles SOS, que extrema sus esfuerzos por hacer eco de sus voces, por visibilizar sin exponer su situación y, fundamentalmente, por dar una respuesta a cada situación particular de las familias, de los niños y de las niñas, de las comunidades que aprendieron la vital importancia de un desarrollo humano centrado en la infancia.

Pero esos son esfuerzos de organizaciones no gubernamentales, instituciones que trabajan muchas veces bajo el concepto de voluntariado y por eso mismo no encuentran una retribución a su trabajo más allá de la satisfacción de haber aportado a la sociedad, en cuyo futuro, eso sí, están las niñas y los niños.

En este Día del Niño Boliviano escucharemos saludos, felicitaciones y mensajes varios. Por unas horas, niños y niñas serán el centro de atención pero, con seguridad, las cosas serán distintas mañana porque uno de los defectos de nuestra sociedad es su afición a las fechas. Pasadas estas, su actitud será la de todos los días y, en el caso de los menores, de indiferencia hacia ellos.

¿Cuánto han hecho nuestros políticos para resolver los múltiples problemas de la infancia? ¿Crearon fuentes de trabajo para sus padres o mantienen los empleos como pago para sus militantes? Una respuesta indiscutible a esas preguntas es la persistencia de la mendicidad infantil que sigue ahí, mostrándonos que las cifras de crecimiento económico son simples garabatos en papeles oficiales.

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