Evidente división en el MAS

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 03/06/2022
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La perorata de que no existe división en el MAS y el partido en función de gobierno marcha sólido, en un solo sentido y bajo un liderazgo único terminó de hacerse añicos cuando el oficialismo se enfrentó al oficialismo en un acto interpelatorio que puso al Ministro de Gobierno en el banquillo de los acusados.

Y es que tan escuálida es la oposición en Bolivia que el Gobierno debe enfrentarse a sí mismo para no adormecerse. Lo interesante es que el autoflagelo revela que hay más de un liderazgo en el partido que está a cargo de la conducción del Estado. ¿Cuántas cabezas hay en el MAS? Los politólogos dicen que son tres; es decir, no son compañía sino multitud.

Pero no se trata simplemente de gente que va en direcciones distintas, sino que hay algo peor: se habla de conspiraciones internas, intenciones no solo de hacer fracasar al gobierno sino de reemplazarlo por otro. Lo curioso es que, si se diera el cambio, no sería por otro partido, ni una corriente distinta, sino por alguien del propio MAS.

Si hay dudas sobre lo manifestado. Recordemos lo que dijo el presidente Arce hace una semana, cuando denunció que “fuerzas antidemocráticas continúan con su labor para derrocar al Gobierno democráticamente elegido”. Si eso fuese verdad, sería muy grave.

Dada la condición y la alta investidura de Arce, hay que presumir que su denuncia está basada en pruebas. Un mandatario no puede ir de tarima en tarima lanzando acusaciones infundadas y si el Presidente dice que hay conspiraciones para derrocarlo, seguramente es así.

Derrocar a un gobierno es el acto delictivo más antidemocrático que se puede cometer en un país y, como tal, tiene que ser investigado y severamente castigado una vez que se identifique a los responsables.

Los aparatos de inteligencia que están a disposición de la Policía y, por ende, del Ministerio de Gobierno sirven para captar información delicada y transmitírsela, en casos tan graves como el denunciado, a la Presidencia del Estado. Si el Presidente dice que lo quieren derrocar, él mismo tiene que conocer los detalles de quiénes intentan sacarlo del cargo más importante del Ejecutivo. Es, por tanto, su obligación salir a explicarle al país quiénes están detrás de los supuestos intentos golpistas, identificarlos, mandar a detenerlos y procesarlos. Eso sí, tendrá que hacerlo con pruebas; obviamente que no basta con levantar el dedo acusador, sin mayor respaldo.

Por lo demás, dado que se trata de una denuncia gravísima, cabe preguntarse de quién sospecha el presidente Arce, ¿a qué “fuerzas antidemocráticas” se refirió?

Hasta donde se puede saber, por la información que circula en medios de comunicación, no se conoce de ningún intento de fuerza alguna por hacer caer a Luis Arce de su silla. Sin embargo, como nada se debe descartar, el país necesita de certidumbre y seguridad en su camino para avanzar a mejores días y para eso hay que identificar a los presuntos golpistas. No es posible mirar el futuro si tenemos las energías distraídas en combatir enemigos internos que quieren hacer daño.

Habrá que precisar, en la tarea de identificación de los supuestos derrocadores, si estamos hablando de fuerzas políticas de la oposición o de fuerzas del interior del propio MAS. Como se ha visto —y la interpelación a Del Castillo simplemente lo ha corroborado— el partido en función de gobierno está dividido, y no solo en dos fracciones.

No hay una división por cuestiones principistas o ideológicas. Esta división ha provocado que el MAS choque contra sí mismo y en varios frentes. La ambición de poder está provocando que el oficialismo se fagocite ante los ojos de la ciudadanía entera.

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