Libertad en retroceso

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 14/08/2022
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Hace algo más de treinta años, cuando se produjo la caída del Muro de Berlín, se inauguró una época de optimismo. Se suponía que, tras el fin de la Guerra Fría, comenzaba una época signada por el irreversible avance de la libertad y la democracia liberal en todo el mundo.

Treintaitrés años después, los resultados son muy diferentes a los esperados. Si se revisa, por ejemplo, los informes anuales de Freedom House (FH), un instituto de investigación que tiene como objetivo promocionar la democracia liberal en el mundo, encontraremos cómo ha variado la percepción de la libertad en los últimos años. Según esos reportes, el estado de la democracia y de la libertad en el planeta es alarmante, pues están perdiendo terreno a grandes pasos en todo el mundo mientras avanzan y se consolidan regímenes autoritarios, cuando no totalitarios.

FH clasifica las naciones como “libres”, “libres solo en parte” y “no libres” sobre la base de una serie de indicadores que destacan el respeto de los derechos humanos, civiles y políticos, de la dignidad de la persona en cada parte del planeta.

Como Freedon House monitorea el estado de la libertad y la democracia en todo el mundo desde 1941, su base de datos es vasta y, por lo tanto, requiere de tiempo para un estudio más o menos aceptable. Por ello, para acortar tiempos y manejar datos en un contexto más o menos próximo, veremos cómo cambiaron las cosas en los últimos 13 años.

El 2009 fue un año signado por la decadencia de la libertad, pues en 40 de los 194 países evaluados por FH se produjo una disminución en el respeto de los derechos civiles. Había disminuido a 89 (46%) el número de países que podían ser calificados como “libres”, 58 (el 30% del total), eran calificados como “libres solo en parte” y 47 (24% del total) como “no libres”. Eso significa que, aquel año, más de la mitad de los habitantes de la Tierra vivían sometidos a diferentes grados de restricción a sus libertades civiles. De todos ellos, más de la mitad pertenecían a un solo país, China, cuyo régimen es uno de los más represivos del mundo entero.

El panorama, de por sí desalentador, lo es mucho más si se considera que la tendencia hacia la declinación de la libertad parece lejos de detenerse y mucho menos revertirse. En el caso chino, por ejemplo, las restricciones a la libertad de pensamiento son cada vez más drásticas y sofisticadas, pues ese país ha logrado poner las nuevas tecnologías al servicio de la represión de toda forma de pensamiento alternativo al oficial. Y está poniendo su “know how” a disposición de países que, como Venezuela, llegaron a emular el modelo represivo chino.

Sí así eran las cosas en 2009, el deterioro fue todavía mayor en la última evaluación global, la de 2020. El anteaño pasado, un informe de The Economist daba cuenta de que se había registrado un enorme retroceso de las libertades individuales, “el mayor jamás emprendido por los gobiernos en tiempos de paz, y quizá aún en tiempos de guerra”.

En el contexto latinoamericano, Brasil, Chile y Uruguay son mencionados como excepciones en medio de una tendencia negativa cuyos principales exponentes son Cuba y, lógicamente, Venezuela. Con ellos, Honduras y Nicaragua se destacan entre los que más libertad han perdido.

¿Y cómo está Bolivia? Para saberlo, no hay más que mirar el mapa de la libertad mundial, correspondiente a este 2022, y, de inicio, mirar lo que pasa con Sudamérica: Venezuela aparece como un país sin libertad, mientras que tres son calificados como “parcialmente libres”: Colombia, Paraguay y Bolivia.

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