Maldito mercurio

Monica Briançon Messinger 23/08/2022
PUBLICITE AQUÍ

Mercurio fue (es) el dios del comercio, hijo de Júpiter y de María Maiestas. Los romanos lo tomaron prestado del dios griego Hermes. Es también el dios de la elocuencia, los mensajes, la comunicación de viajeros y, además, dios de artimañas y ladrones. Conserve este último en su memoria mientras le cuento un poco más sobre esta deidad.

Ha inspirado el nombre de varios descubrimientos científicos como el planeta Mercurio, el elemento mercurio y la planta mercurial.

Era un dios/planeta cuando lo observaron en el cielo: parecía ir de un lado a otro llevando y trayendo chismes. Por eso pensaron que era un mensajero y lo representaron con alas en los pies.

Por otro lado, su homónimo químico es asimismo conocido como plata líquida. Ese mercurio se usaba en termómetros, manómetros y en amalgamas mineras y odontológicas. Sin embargo, ya no aparece en estas aplicaciones por su alto nivel de toxicidad.

¿Recuerda haberle pedido guardar en su memoria lo de ladrón? Pues ahora tráigalo al tiempo presente y se dará cuenta el porqué.

Es un maldito ladrón. Está robando la salud de los bolivianos. De los codiciosos y de quienes no tienen objeción en usarlo a mano pelada.

Tal vez no lo sepa, pero envenenarse con mercurio afecta a los riñones y al sistema nervioso central. Así están muriendo los mineros, mal de los riñones, incapaces de dormir, y aturdidos. Mueren los que amalgaman con mercurio y los fundidores de la calle Tarapacá, de La Paz, aunque no lo digan públicamente. En esa calle y en otras de El Alto, las microfundidoras artesanales trabajan a cielo abierto, de sol a sol, soplete en mano, alimentado por una garrafa de gas, fundiendo las bolas de mercurio y oro para separarlas y quedarse solo con el oro.

Las nubes tóxicas pueden flotar desde la plaza Murillo hasta la Antártida. Todos inmutables.

Nadie se percata de la maldición del mercurio y prefieren engordar sus jugosas cuentas. Bolivia está entre los dos países importadores más grandes del mundo de esta sustancia, y su comercio está fuera de control. “Informal” como buena parte del comercio en el país.

Pero el oro y la codicia pueden más que cualquier vano intento de una o varias de las autoridades nacionales, departamentales o municipales, vinculadas con el supuesto cuidado al medio ambiente y a la Madre Tierra.

El oro cotiza al alza, y como el empleo formal escasea en esta tierra plagada de corruptos, es más fácil que cientos de mal llamados mineros se vuelvan devotos de este dios, sin saber la trampa mortal a la que se han metido.

¿Habrá alguien que detenga a este alado dios antes de que dé fin con la salud de los bolivianos? ¿O para variar, los discursos de protección a la Madre Tierra, a la Gea, a la Maiestas se quedarán en la nada?

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor