Se predica la unidad y se practica la división

Gastón Solares Ávila 26/08/2022
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La verdad de este título se puede comprobar porque todos coincidirán en afirmar que el pueblo boliviano está más dividido que nunca, porque todos hablan de unidad y se esmeran para generar división.

El tema de la bandera es el más claro ejemplo. Todas las banderas representan a alguien, sean países o instituciones de diversa índole, y deberían merecer el respeto general.

Pero actitudes desatinadas como pretender izar la wiphala el 24 de septiembre en Santa Cruz, lo que ocurrió el año pasado, no solamente fue una imprudencia, sino una insólita provocación, con las disculpas que merece la investidura del señor Vicepresidente. Es como si los cruceños pretendieran izar la bandera con la flor del patujú en El Alto de La Paz y en su aniversario patrio. Por supuesto que esas actitudes no unen.

Cada departamento de Bolivia tiene su bandera y cada una representa a su región. En ocasión de las efemérides departamentales, se rinde homenaje a sus respectivos símbolos.

Si bien es cierto que la wiphala y la bandera cruceña están incorporadas a la actual Constitución, también es cierto que no deberían porque no representan a todos. Nuestros símbolos son la hermosa tricolor, el escudo y el himno nacional. Punto.

Sin embargo, han aparecido de la noche a la mañana en embajadas bolivianas, en papeles membretados y en la televisión símbolos nuevos, sin explicación  alguna.

La wiphala es de la zona andina, representa a los aimaras y si se escudriña la historia, se tendrá muchas sorpresas. La flor del patujú, a los cruceños o a los cambas, llamados así afectuosamente. Los de los valles somos collas, desde antes de la conquista española, nada que ver con los aimaras a los que parece que el señor Vicepresidente quiere incorporarnos. Por supuesto que no lo va a lograr, ni collas ni cambas se van a volver aimaras ni van a adorar a la wiphala, pero lógicamente tenemos todos el deber de respetar sus símbolos y sus costumbres porque también son bolivianos.

Tienen todo el derecho a tener su reloj al revés, a creer que las piedras tienen sexo y todo lo que quieran, pero la unidad no se logra queriendo imponer a los demás lo que no les corresponde, lo que no les pertenece ni lo comparten.

No se puede llamar a la unidad con condicionamientos. Esas frases como: “hermanos, hay que ser solidarios, hay que unirnos, pero bajo mis condiciones”, no unen, dividen. Unámonos bajo los símbolos que nos identifican a todos.

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