El celular de Evo

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 30/08/2022
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La noticia es, por ahora, un banquete para los cultivadores del escarnio en las redes sociales: ¡le robaron el celular a Evo Morales! Eso dijo el expresidente y la noticia se regó por todos lados. Memes, especulaciones y, desde luego, la desinformación y la maledicencia: desde las consabidas versiones de pedofilia hasta el “autorrobo” y, claro está, todo eso es gasolina no solo para el chismorreo y para la guerra política.

¿Qué tiene que ver la pedofilia con esto? Habrá que recordar que esa es una de las acusaciones no oficiales que pesan sobre el exmandatario y actual jefe del MAS, por lo demás, nunca desmentida suficientemente. Si vamos en ese sentido, veremos que los memes y otro tipo de publicaciones insinúan que el celular de marras podría contener material que involucre a Morales en cuestiones tan escabrosas como la corrupción de menores, tipificada como delito en el artículo 318 del Código Penal.

¿Y algo como eso puede estar en un celular? Habrá que recordar que los teléfonos inteligentes se han convertido en un accesorio común entre los seres humanos y sirven para todo, pero, fundamentalmente, para documentar nuestras vidas mediante soportes audiovisuales que registran los hechos más baladíes, desde lo que comemos hasta hechos diarios considerados por sus portadores como trascendentales.

No es descabellado pensar en que el contenido de un celular —de quien sea— pudiera resultar incriminatorio, en el sentido moralista de esa palabra. Más allá de las especulaciones, Morales se adelantó a señalar que “no tenemos nada que ocultar”, pero de inmediato amenazó también: “denunciaremos cualquier intento de usar montajes o tergiversaciones en nuestra contra”.

No le quedó otra alternativa que salir a dar su versión de los hechos, cuándo no, por Twitter.

De igual modo en las redes sociales no son pocos quienes han recordado grabaciones como aquella en la que, a poco de haber huido del país, luego de renunciar a la presidencia, Evo instruía quemar ciudades y tomar otro tipo de represalias porque, en ese momento, era un político indeseable que había sido expulsado por fraudulento.

Después está la teoría del “autorrobo”, es decir, la idea de algunos de que el celular supuestamente robado siguiera en poder de su propietario. En otras palabras, sugieren que tal denuncia perseguiría el propósito de dejar mal parado al gobierno de Luis Arce. Conviene no olvidar que dentro del MAS hay, desde hace meses, una pugna entre al menos tres líderes. De allí también los constantes ataques de Morales al ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, que no se ha salvado de ser aludido, ahora, por el famoso celular. Antes, Evo lo vinculó con la CIA estadounidense.

Parece extraído de un juego político. Al interior del partido de gobierno han empezado a surgir voces que piden una renovación, lo cual no es del agrado del expresidente Morales. Los jóvenes que conforman nuevos cuadros en el masismo —como Del Castillo— resultan incómodos para los “dinosaurios”, y estos se los hacen saber cada tanto.

Todo esto ocurre en el seno del partido que, a falta de una oposición lo suficientemente fuerte como para incomodarlo, tiene que pelear consigo mismo o, para ser más claros, desarrollar disputas internas como las que estamos viendo desde hace algún tiempo.

Luis Arce, que mantiene en su gabinete a Del Castillo y a otros ministros resistidos por los leales a Evo, representa una corriente renovadora en el MAS. Las piezas en el tablero de ajedrez se mantienen inalterables y la antigua voz de mando, otrora imposible de soslayar, ya no se acata a rajatabla. Esta situación tiene nerviosos a algunos.

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