A través de encuestas realizadas y que son de acceso público, se ha identificado como principal demanda ciudadana que la fuerza encargada del orden público y la seguridad ciudadana debe cuidar las viviendas, la propiedad privada y, por lo tanto, garantizar la integridad física de las personas y de las familias. Esa es la principal demanda de los bolivianos con respecto a las expectativas que tiene acerca del rol policial, como garante de la paz social.
Cuando la ciudadanía opina acerca de esta temática ingresamos en el territorio de las obligaciones y los derechos, porque así como el ciudadano común tiene la capacidad y está legalmente habilitado para reclamar de la Policía su mejor desempeño, se hace también necesaria la participación de la comunidad y, en esta lógica, la estructuración de una Policía Comunitaria como nuevo paradigma del funcionamiento policial se hace prioritaria de acuerdo a los criterios técnicos, como bien lo apunta Mauricio Mejía, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien a lo largo del trabajo de esa entidad en los países y en un repaso de la literatura ha llegado a identificar cinco elementos que construyen una policía verdaderamente comunitaria. Estos son: la participación activa de la comunidad; la autonomía para tomar decisiones; el involucramiento de todo el cuerpo policial; la proactividad enfocada a resolver problemas; y, finalmente, las decisiones basadas en evidencia científica.
Si bien estos elementos son fundamentales en la construcción de la Policía Comunitaria, existen realidades específicas y distintas en cada Estado, como es el caso del Estado Plurinacional de Bolivia, que ha legislado este modelo policial, en distintas normativas, siendo la principal la Ley 264 del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana “Para una vida segura”, cuerpo legal que tiene por objeto garantizar la seguridad ciudadana promoviendo la paz y la tranquilidad social en el ámbito público y privado, procurando una mejor calidad de vida con el propósito de alcanzar el Vivir Bien.
Este propósito del Vivir Bien es la principal motivación para que la institución del orden aúne esfuerzos con la población civil, generando de esta el compromiso ciudadano necesario para que la Policía Comunitaria no sea imposible de aplicarse y sea una realidad; este trabajo requiere también de la coordinación con los diferentes niveles de Estado, permitiendo así una interacción permanente con la vecindad, comunidad y las organizaciones civiles, bajo lineamientos como el de enfocar esfuerzos a la lucha frontal contra la criminalidad, la violencia y cualquier otro tipo de inconductas que generan inseguridad y que son sentidas de manera directa por el ciudadano de a pie.
Por lo expuesto, es imperiosa la necesidad de generar espacios donde se trabaje de manera conjunta, respetuosa y sobre todo con confianza, bajo la premisa de que los policías somos el pueblo vestido de uniforme.