“Criticar” es examinar y juzgar una cosa, rescatar lo positivo y desvelar lo negativo. “Proponer” tiene más la intención de sugerir, de aconsejar. Esta explicación pretende justificar el título de esta nota, que se origina por los comentarios de algunos medios de radiodifusión relacionados con la reacción del señor Alcalde de Sucre, que hubiera mencionado que en lugar de críticas se deberían propalar sugerencias y soluciones. Tiene toda la razón.
Sin embargo, cuando se hacen sugerencias, cuando se hacen propuestas, cuando la sociedad civil y los medios de comunicación se dan cuenta de que nada se toma en cuenta, vienen las críticas y son más o menos duras en directa proporción a la importancia del tema y a la atención que los servidores públicos, porque eso son las autoridades, les hayan dispensado. Por supuesto que en este segundo caso, las críticas se justifican plenamente.
El origen de las críticas de los últimos días ha sido el comportamiento de los bailarines y ciudadanos durante la fiesta de la Virgen de Guadalupe, en la que la falta de educación y, sobre todo, de control se pusieron de manifiesto. El espectáculo se desvirtúa por la mala imagen de la Capital después de la llamada “entrada”.
Pero, volviendo a aquello de criticar y proponer, es importante recordar que el Bicentenario de la Fundación de Bolivia como país libre independiente y soberano debe celebrarse dentro de algo menos de tres años y, al paso que vamos, acabaremos con pan y circo en las plazas principales, festejos y farras.
La celebración será nacional, pero Sucre tiene importancia singular sencillamente porque aquí nació la Patria y porque también aquí se inició el proceso independentista de la América Hispana.
Con este motivo, se han presentado muchas sugerencias y existen proyectos importantes de gente profesional y capaz para ser considerados y coordinados, pero nadie toma en serio las propuestas porque hasta para conseguir audiencia de los “servidores públicos” hay que pasar por el calvario de la irresponsabilidad, la falta de seriedad y de compromiso con la ciudad y la región porque ese compromiso se ha convertido en exclusividad del interés político.
Cumplir 200 años no es poca cosa, Sucre no tendrá otra oportunidad para lograr algunas metas, como restaurar y ampliar el centro histórico, que es el único que atrae turismo y, por tanto podría generar muchos recursos. Sin embargo, no se hace nada serio en este campo. Al contrario, se perdió la ayuda española, ya no hay Prahs, la Escuela Taller se debate entre la vida y la muerte, la oficina de Patrimonio Histórico hace escándalo cuando a alguien se le ocurre modificar una puerta en un patio interno, pero siguen las construcciones fuera de norma por todas partes. Ni la Universidad tiene proyecto alguno para el Bicentenario, cuando la Universidad Católica de La Paz hace tiempo que coopera desinteresadamente en una propuesta seria.
Como se puede apreciar, eso de proponer existe, pero resulta estéril porque quienes pueden y tienen la obligación de hacer algo para revertir la situación actual, no hacen nada. Por tanto, solo queda la crítica.