Gas, paros, y la maldición de los 1.000.000.000.000

RAÍCES Y ANTENAS Gonzalo Chávez A. 20/11/2022
PUBLICITE AQUÍ

Y finalmente, ¡¡¡el gas se hizo gas!!!... de la mano del glorioso proceso de cambio. En estas circunstancias, es hora de invocar la frase que, probablemente, más divorcios, desavenencias personales y conflictos políticos provoca: “Yo te he dicho, hermanito, no era para vos. Mucha arena para tu camioncito”.

Hace varios años que hemos estado alertando sobre la crisis que se produciría en el sector de gas natural. Su escribidor de domingo y gente de mucho más valía y preparación afirmaban que producción de gas estaba en declive. En el 2014, se producían 60 millones de metros cúbicos día (MMCD); ahora, con suerte llegamos a 40 MMCD. Hace 10 años, exportábamos $us 6.113 millones de este energético a Brasil y Argentina e importábamos en torno de $us 1.139 millones. El superávit era de $us 5.000 millones.

Después nos fuimos cuesta bajo en la rodada en la producción y exportación de gas, con el puño en alto y gritando: ¡¿Patria o muerte?! Finalmente, el 2022 fue el año de la inflexión. Bolivia de potencia gasífera –que en los sueños de visionarios de Carlos Miranda, integraría el continente con el gas natural– se convirtió, sin decir Jesús, en un importador de hidrocarburos. En efecto, en noviembre del año 16 de la revolución, las importaciones de gasolina y diésel, llegaron a $us 3.323 millones y tan sólo se exportaron $us 2.305 millones de dólares en gas natural. Un déficit comercial en energía de $us 1.018 millones de dólares.

¡Good job! ¡Saquen pecho cumpas! ¡Matamos a la gallina de los huevos de oro! El motor del modelo de desarrollo ya no tiene gas. No se había hecho, lo más básico de la industria petrolera. No se había invertido en exploración. Entre el 2006 y 2012, se exploraron, en promedio, tres pozos por año. Del 2013 al 2019, mejora ligeramente la búsqueda de gas, se hacen ocho pozos en promedio, pero sin mucho éxito. La producción no aumenta. Y dígase de paso, hace 10 años los precios internacionales del gas estaban espectaculares, como en la actualidad, pero, ahora, el gas se ha hecho gas. No hay producción. No podemos aprovechar la bonanza.

Como es obvio, junto a este declive del sector hidrocarburífero, también caen los ingresos del Estado. Recordemos que el auge, en el año 2014. El 50% del total de las recaudaciones del Estado provenían de los impuestos, regalías y participaciones (en suma, todo el government take) del sector gas. Esto equivalía $us 5.777 millones. En la actualidad esto no llega a la mitad. Por lo tanto, hemos comenzado a raspar la olla en materia fiscal. No hay más plata para bonos y tanto gastos como inversiones públicas. YPFB fue corporativizada –tomada por sindicatos y militantes políticos– a nombre de una mal llamada nacionalización.

Frente a las alertas de muchos opinadores sobre el declive del sector gas, los hermanos y compañeros del proceso de cambio se dedicaron a crucificar a los mensajeros. Nos han dicho de todo. Aquí vamos a reproducir solo los epítetos para oídos castos: “Falsos profetas”, “Nostradamus fallidos”, “peeerrrros neoliberales”, “aves de mal agüero”, “adivinos de feria”, “dicen eso hace años y no pasa naranjas”, y más ultimadamente, “croata vendepatrias” y otros piropos subidos de tono. Los más sofisticados hablaban de profecías autocumplidas. Hablaron tanto del tema que, al final, lo provocaron. Poderes mágicos a los analistas.

Pues bien, ahora qué dicen pues cumpitas, Bolivia se ha convertido en un importador de petróleo y parece que tiene la maldición de los $us 1.000.000.000.000 verdes. El déficit de la balanza energético este año será de $us 1.000 millones. El subsidio a la gasolina y el diésel también es de $us 1.000 millones. El paro/bloqueo, que no resuelven, provocan pérdidas de otros $us 1.000 millones. Lo que dejaron de cobrar de impuestos a los hermanos cooperativistas mineros del oro serían otros $us 1.000 millones. Ciertamente, estamos saliendo adelante, pero por la puerta de atrás.

En los años 70, había una serie televisiva muy exitosa que se llamaba “El Hombre Biónico” o “El hombre de los 6 millones de dólares”. Se trataba de las aventuras de un astronauta que tuvo un grave accidente y que lo reconstruyeron: mitad hombre, mitad robot, para convertirlo en héroe de las causas justas. Por estas tierras de Dios también tenemos nuestro hombre biónico, porque todo lo que toca lo convierte en una pérdida de $us 1.000 millones de dólares. Sus acciones son muy costosas y parece que está más para la serie de “Misión Imposible” que para “El Hombre Biónico”. Porque, además de estar en la luna de Paita, habla cinco segundos y se autodestruye. Concluya usted de quién estamos hablando.

 

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor