Hace varios años, un alto funcionario de BID visitó Sucre y le encantó nuestra ciudad, al extremo de que poco después se habló por primera vez de los famosos 40 millones de dólares ofrecidos por esa entidad destinados a la restauración del centro histórico.
Reuniones con autoridades y la participación de entidades privadas como Cainco despertaron nuestro optimismo pero, como siempre, la politiquería dejó en nada semejante posibilidad.
Primero la incompatibilidad política entre alcalde y gobernador fue el motivo o el pretexto para que el trámite de financiamiento no progresara. En la gestión posterior hubo compatibilidad y nos fue peor que nunca y, según dicen las malas lenguas, esos fondos se fueron a un lugar donde se obtienen mayor cantidad de votos en el período preelectoral. Lo cierto es que Sucre perdió hasta la ilusión.
Esa rememoración tiene que ver con la falta de unidad en la ciudad y en la región, en cosas importantes y hasta en temas secundarios que ni siquiera requieren inversión. Imposible persuadir a las autoridades para que mejoren su capacidad de gestión y logren acuerdos.
En Santa Cruz, hace pocos días, se ha llevado a cabo una interesante actividad con el objetivo de incentivar el turismo, la que ha demandado esfuerzo sacrificado de varios de los asistentes que han tenido que vencer muchas dificultades relacionadas, sobre todo, con la falta de recursos, pero no ha sido lo peor. La Gobernación que ha apoyado siempre el eslogan de “Sucre, mi locura”, aprobado e impulsado por muchos sectores de la actividad privada porque nos identifica, ha tenido insólitamente como rival a nuestra propia Alcaldía que insiste solitariamente con ese raro término de “chalita”, utilizado hace tiempo por algunos jóvenes y en varias regiones, pero que nada tiene que ver con lo nuestro, lo que prueba que ni en cosas simples podemos ponernos de acuerdo, una vergüenza.
El alcalde se hace llamar “Quique”, lo que le debe parecer “chalita”, pero eso está bien para campañas publicitarias electorales y para trato entre sus amistades o su familia, pero una vez elegido como primera autoridad e edilicia es el señor alcalde de todos los ciudadanos de la Capital Constitucional Boliviana.
En este caso, el señor Gobernador, felizmente, está de acuerdo con la opción apoyada por muchos sectores, lo que se ha puesto en evidencia inclusive en la decoración navideña de la hermosa fachada de nuestro palacio de gobierno, solo departamental desde la llamada guerra federal de fines del siglo XIX, en la que claramente se lee: “Sucre, mi locura”. Gracias señor Gobernador.
La Alcaldía está impulsando un interesante proyecto de ampliación del centro histórico con el nombre de Corredor Turístico, muy parecido o similar al del Parque del Bicentenario sugerido por el Comité Custodio del Patrimonio, sintetizado en un documento elaborado por la Universidad Católica de La Paz a pedido de ese Comité integrado por la sociedad civil.
Ese proyecto demandará una importante inversión, pero generará fuentes de trabajo y será de beneficio colectivo y puede ejecutarse por etapas, siempre y cuando haya unidad y, en este caso, la Gobernación tuviera que apoyar a la Alcaldía. Es la forma de hacer gestión administrativa y no política.
Son, finalmente, dos cosas, por supuesto una más importante que otra, pero incitan a actuar con unidad y, por tanto, con eficiencia y en beneficio de todo el departamento porque el turismo tiene que desarrollar el campo y la ciudad porque Chuquisaca tiene mucho que mostrar.