El debate sobre el supuesto adoctrinamiento en los textos de aprendizaje comienza a tomar un rumbo racional con la intervención de José Mateo Gambarte en un artículo de los periódicos Correo del Sur y El Potosí [NdeE: publicado en esta misma página el miércoles 11 de enero].
Sin embargo, todavía quedan algunos puntos por remarcar. Comenzando por la obligatoriedad en el uso de los textos, es pertinente aclarar que si el Ministerio de Educación ha afirmado que los textos son de uso obligatorio, es porque ha respondido a una pregunta que, por decir lo menos, era curiosa. Pongamos las cosas en su debido contexto. La edición y distribución gratuita a todos los estudiantes de las unidades educativas de los ámbitos fiscal y de convenio desde el año 2021 constituye un hito histórico en la historia de la Educación. Se trata de más de 2 millones 700 mil textos entregados a esa misma cantidad de estudiantes en todo el país. Esta política educativa ha logrado que muchas niñas, niños y jóvenes, especialmente en las áreas rurales, obtengan por primera vez, y sin costo alguno, sus textos de estudio en todas las materias. Es este hecho el que debía celebrarse y reconocerse. En ese marco, cuando se escucha la pregunta ¿son los textos de uso obligatorio?, uno no puede dejar de sorprenderse. ¿Qué se esperaba? Siendo que el Estado realiza uno de los esfuerzos económicos más grandes, ¿no es obvio que los maestros deban utilizarlos?, ¿sería racional que los maestros hagan a un lado los textos y exijan a padres de familia que compren otros libros? Obviamente no sería racional. Por eso, cuando nos han preguntado si los textos son de uso obligatorio, muy sorprendidos, hemos respondido “pues sí, son de uso obligatorio”.
En ese contexto, afirmamos que el hecho de que los textos sean de uso obligatorio, no implica que se imponga una sola visión, ya que los textos de aprendizaje pueden ser complementados con otras fuentes bibliográficas de internet, de bibliotecas o proveídos por hermanos mayores, familiares o amistades. De este modo, se tiene desbaratada la idea de la imposición de una sola visión.
A este argumento Gambarte responde: “el conflicto surgirá cuando las y los maestros decidan mostrar la otra versión de los hechos y, acaso esto sea lo mejor, para que los estudiantes averigüen algo más y, finalmente decidan elegir su verdad. Lo cierto es que el conflicto estará armado y creará confusión y dudas entre el estudiantado”.
En rigor, la observación no parece tener mucho sentido: Cuando se provee a los estudiantes textos con una visión, se dice que implica adoctrinamiento. Si se responde que esos textos pueden ser complementados con otros, se dice: eso creará confusión y se armará conflicto. Entonces se colige que lo único que se quiere es criticar, hágase lo que se haga.
El argumento no es tal. La vida está llena de contradicciones en todos los ámbitos, y ciertamente a veces se crean confusiones y se arman conflictos, pero esa es la vida y es formativo para los estudiantes que aprendan a enfrentar democráticamente esas situaciones. Al final de cuentas esa es pues una sociedad plural, la que los opositores supuestamente defienden frente al que distorsionadamente llaman “régimen totalitario”.
Un siguiente argumento de Gambarte se refiere a que supuestamente afirmamos que, respecto al adoctrinamiento, “ellos –es decir, los neoliberales– hacían lo mismo”. En ningún momento hemos dicho eso. Más bien hemos afirmado que fueron los neoliberales los que pretendieron adoctrinar a nuestros estudiantes con la promoción de un individualismo egoísta y una competencia destructiva. Es decir, pretendieron inculcar a los estudiantes una forma de ser, ahí está el adoctrinamiento. En cambio, por nuestra parte, decimos nuestra verdad. Eso no es adoctrinar. De otro modo, no se podría decir lo que se piensa. Por otro lado, a esta altura de los acontecimientos y después de que se ha develado que Camacho traspasó dinero a las cuentas del general Terceros, pretender que no hubo golpe de Estado el año 19 es absurdo. Decirles a los estudiantes que no hubo golpe es ocultarles la verdad, es mentirles. El golpe de Estado no es una interpretación, es ya un hecho verificado.
Finalmente, Gambarte se interna en la discusión sobre ¿qué es la oposición? y ¿qué es la derecha? En este aspecto pareciera afirmar (no lo hace textualmente, pero se huele en su texto) que todos los 180 mil maestros habrían formulado la crítica del atribuido adoctrinamiento. ¿Será que todos son de oposición?, pregunta el periodista.
Pero ¿de dónde ha sacado Gambarte que los 180 mil maestros consideran que hay adoctrinamiento en los textos? Eso va por cuenta de él, tendrá que demostrarlo. Lo que hemos afirmado es que la acusación de adoctrinamiento en los textos efectivamente proviene de la derecha. Lo hace la derecha porque obviamente fue partícipe del golpe y eso no encaja con su fingida pretensión de defenderla democracia. Lastimosamente, en el magisterio también está presente la derecha, pero eso no quiere decir, ni de lejos, que todos los maestros sean de la derecha. Por el contrario, confiamos en que el magisterio, siendo un sector popular, tenga el corazón en la izquierda.
* Es técnico del Ministerio de Educación.