La Plaza 25 de Mayo

Gastón Solares Ávila 20/01/2023
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La plaza de Sucre es, sin duda, una de las más bellas de América Latina y desde luego la mejor de Bolivia y no solamente por su tamaño, diseño y monumentos sino, especialmente, por la historia que encierra y por sus edificios circundantes.

Es, en síntesis, la tarjeta de presentación de la ciudad. En su entorno están ubicados hermosos edificios como la Catedral Metropolitana, la Casa de la Libertad, la Alcaldía municipal y el Palacio de Gobierno, ahora solo departamental, además de otras edificaciones particulares que conforman un bello conjunto de arquitectura colonial y republicana en singular armonía.

Tiene además varios monumentos como el del mariscal Antonio José de Sucre, el de Bernardo Monteagudo y recientemente el de don Jaime de Zudáñez, todos vinculados a la historia independentista latinoamericana. Esta histórica plaza está ubicada en el centro de lo que se conoce como el casco viejo de la ciudad más antigua de Bolivia, fundada en 1538, que tuvo los nombres de Charcas, La Plata, Chuquisaca y Sucre desde 1839, año en el que se consolidó como Capital de la Nación.

Pero no es de su historia precisamente de lo que se pretende hablar en esta nota, sino de su lamentable estado actual que, en honor a la verdad, no es solo de ahora porque las autoridades de antes y de ahora, quizá con algunas excepciones, no le han dado la atención que merece.

Su inadecuado piso, fruto de la precipitación por la llegada  de un presidente, está en malas condiciones y es muy difícil de limpiar por la porosidad de las losas. La alcaldesa de turno tenía que hacer cualquier cosa para mostrarle eficiencia al presidente, lo que quizá  logró pero a costa de la calidad.

Los jardines no están cuidados, el césped mal mantenido y en muchos casos sucios como el que está junto al monumento de don Jaime de Zudáñez, que inclusive tiene unos postecitos con cadenas que resguardan una planta que ya es basura. Lo que proliferan son las placas para inmortalizar el nombre del alcalde de turno que puso cuatro lámparas para iluminar el rostro de don Jaime, que ya no funcionan.

¿Y las fuentes de agua?, una vergüenza porque, además de su pésimo diseño, no tienen agua, están siempre casi vacías y por supuesto no funcionan, como una demostración palpable de que no pueden construir ni siquiera un pequeño estanque subterráneo que almacene el agua para que recircule 24 horas al día con una simple bomba. Debería enviarse al personal de mantenimiento municipal a un curso en Cochabamba, donde existen numerosas fuentes, todas funcionando día y noche.

Por si todo esto fuera poco, ya no existen comisarios municipales que se ocupen del indispensable control de la ciudad. En algunas horas del día y de la noche, las amplias aceras de nuestra Plaza de Armas se convierten en pistas de bicicrós o de patinetas, con el peligro que ello implica.

¿Servirán de algo estas críticas para que reaccionen las autoridades y cumplan su función? Es la plaza más bella de Bolivia, la más histórica, es patrimonio nacional y está ubicada en las narices de las autoridades municipales.

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