Silencio

A TI, JOVEN CAMPESINO Pedro Rentería Guardo 22/01/2023
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Con el presente título no hago referencia a la aclamada cinta de Martin Scorsese que nos narra la aventura misionera de dos jesuitas portugueses, que sufren suplicios por su fe en el Japón del siglo XVII. Deben decidir entre renunciar a esa fe o perder la vida. Historia del escritor japonés católico Shusaku Endo que interroga a creyentes y a no creyentes. Se la recomiendo a mis lectores.

No. En todo caso busco en el Diccionario su significado y me encuentro con varias acepciones: abstención de hablar, carencia de ruido, falta u omisión de algo por escrito, toque militar que ordena el silencio a la tropa al final de la jornada, pausa musical. 

Me imagino que estoy junto a vosotros, changuitos del hogar-internado -todavía en el receso estival-, provocando vuestro interés por el significado de palabras y buscando entre todos no solo la anterior, sino también otras muchas que nos atesoren más vocabulario. 

Más allá de los significados indicados, el silencio nos facilita una vivencia distinta y noble de los acontecimientos diarios. Y es que nos rodean demasiados ruidos, desmedida crispación, inagotable violencia, obstinados desacuerdos y diríase que un sinfín de circunstancias que obstaculizan un frágil, pero fecundo diálogo. 

Como escriben estos días los vecinos columnistas de esta sección de Opinión, parece que nunca salimos de la torpe espiral de conflictos y discrepancias que ahogan las posibilidades de sentirnos hermanos. Esa palabra bendita que, curiosamente, tanto usamos en las diarias conversaciones.

Diríase que las ideologías nos confunden y enfrentan. Y vemos más suspicaces enemigos y rivales que personas que aun pensando distinto, aun entendiendo la realidad con sus propios matices, nos pueden favorecer el acuerdo que suavice tanta tensión. 

¿Será que nos falta silencio? ¿Será que nos falta reflexión serena? Aquí y más allá de nuestras fronteras. La realidad global que nos ofrecen los medios de comunicación, estremece. Parece que necesitemos un buen reseteo (no encuentro esta palabra en el Diccionario, pero sí en contextos informáticos), un buen reinicio, también global, que nos traslade a un estado original de hermanamiento, buena convivencia y planteamiento de ilusionantes sueños de futuro. De proyectos posibles y revisables que nos saquen de esta postración. 

Ya sé, estimado lector adulto y adolescente, que todo esto suena sospechosamente a “utopía” (ahora ustedes busquen en el Diccionario). 

Pero el silencio no es una utopía. En la tarea educativa que tenemos con los jóvenes y, desde la Fe que ilumina nuestra vida de creyentes, damos mucha importancia al recogimiento, al entrar “adentro”, al santuario interior, donde percibimos otras vibraciones, otros significados. Donde se acumula la bondad y belleza que nos llega de “arriba”. O sea, con el adentro y con el arriba podemos vislumbrar nuestro entorno con otra mirada más cálida, más comprensiva. Más pacificadora. 

De hecho, acostumbramos a organizar jornadas de retiro con las chicas y los chicos. En dichas ocasiones la alternancia de actividades lúdicas con momentos fuertes de oración y meditación, les va educando en la contemplación hacia todo lo que les rodea: familia, estudios, amigos, tiempo libre, afectos. 

Esto ocurre precisamente hoy, cuando más nos insisten las redes sociales en la necesidad de meditar, con su catálogo de técnicas. Dinamismo que combate depresiones y ansiedades dañinas.  

Ya hace unos meses publiqué en esta columna unas líneas a propósito de una pregunta inquietante: “¿Cuál es tu verdad?”. Quise expresar que detrás de tanta palabra hueca, de tanta crítica, de tanta desaprobación hacia el contrario, ¿hay realmente una sinceridad auténtica, muchas veces purificada con la superación de errores y lamentos, o se esconden motivos turbios, necesidad de ser reconocido por el jefe de turno, de ser complaciente con un escenario crispante…?

En fin. Valoremos cada día unos minutos de encuentro con uno mismo, dejando a un lado celulares y tecnologías absorbentes y, de la mano del silencio, superemos errores del pasado que ya no volverá, pongamos harta ilusión en el presente que es siempre una oportunidad y forjemos lindas aspiraciones de futuro para compartir con otros. 

Y cuando puedan, consigan la película de Scorsese.

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