La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) ya ha hecho conocer su decisión de que el partido de local que Nacional Potosí debe jugar en la fase preclasificatoria de la Copa Libertadores de América será disputado en el estadio “Hernando Siles”, de La Paz. Parecería que es uno de los detalles que rodean al torneo de fútbol más importante del continente, y a uno de los equipos del país, pero las cosas van más allá de lo deportivo.
El primer argumento de la Conmebol es el actual sistema de iluminación que posee el estadio “Víctor Agustín Ugarte” de Potosí no ha sido actualizado, así que no se adapta a las exigencias actuales del fútbol competitivo a nivel internacional. Parecería que el problema es solo de los aficionados potosinos, pero no es así. Tras conocer las observaciones, la dirigencia de Nacional Potosí planteó como alternativa el estadio “Patria” de Sucre, pero la respuesta fue que el problema es el mismo: la iluminación tampoco es la adecuada. El año pasado se convenció muy difícilmente a la Conmebol para que homologue al estadio “Patria” para la Copa Libertadores y, a medida que se jugaba los partidos, las deficiencias se hicieron tan evidentes que en esta gestión hubo un rechazo rotundo a los campos deportivos que no cumplan con los requisitos mínimos.
Entonces el problema no es solo de Potosí, sino también de Sucre: la cruda realidad es que ninguno de los dos estadios ha sido habilitado para torneos internacionales y eso debería llamar la atención de la ciudadanía respecto al manejo de esos escenarios para la práctica de deportes. Si, supuestamente, los estadios “Patria” y “Víctor Agustín Ugarte” son los principales campos deportivos de Sucre y Potosí, respectivamente, ¿cómo es que no se les cuida con ese rango?
Se supone que el mantenimiento de estos estadios debe formar parte del Plan Operativo Anual (POA) de las gobernaciones puesto que estas son las que los manejan, a través de los Servicios Departamentales de Deportes (Sedede). Su administración no se limita al mantenimiento, sino que también debería renovarse periódicamente su equipamiento. Los responsables de deportes deberían saber qué tipo de luminarias se necesita e incluirlas en el momento de elaborar los POAs. Deberían estar al tanto de los cambios que ocurren en ese deporte y, a estas alturas, incluso deberían de haber solicitado la inclusión de los recursos necesarios para la compra de los sistemas de videoarbitraje o VAR. Como los dos escenarios deportivos han sido literalmente inhabilitados por la Conmebol, está más que claro que no se hizo nada de eso.
Debido a lo que está pasando con Nacional Potosí, el principal señalado por la inhabilitación del estadio potosino es el director del Sedede que, si tuviera suficiente dignidad para asumir las consecuencias económicas que le traerá esta exclusión a ese equipo de fútbol, debería renunciar a su cargo. Si no lo hace, el gobernador tendría que destituirlo, por incumplimiento de deberes. El hecho de que los partidos de ida de los “ranchoguitarras” no se jueguen ni en Potosí ni en Sucre impactará directamente en la asistencia de público y las recaudaciones. En La Paz no irán más que los residentes potosinos y, de estos, no todos son hinchas de Nacional, puesto que el equipo con la mayor cantidad de aficionados todavía es el descendido Real Potosí. Debido a ello, se configura un daño económico que los dirigentes podrían argüir para iniciar un proceso por daños y perjuicios a las autoridades de la gobernación potosina.
Pero eso no es todo. Otro de los argumentos para inhabilitar a ambos estadios es la carencia de un aeropuerto internacional y eso vuelve a poner en tela de juicio a Alcantarí. Como Correo del Sur informó en su momento, ese aeropuerto no es considerado internacional, así que alguien debe responder por los recursos invertidos en esa obra, con ese rótulo.