Bolivia y los hábitos saludables

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 31/01/2023
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Una de las principales preocupaciones de los países del primer mundo es mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Con ese objetivo, en 1998 un grupo de científicos ingleses realizó una investigación que se prolongó por diez años y arrojó como resultado conclusiones lógicas sobre lo que se debe y no se debe hacer para, por una parte, tener una vida mejor y, por otra, alargarla. Lamentablemente, los resultados de esa investigación confirmaron que los bolivianos hacemos todo lo contrario a lo que deberíamos hacer.

Tras seguir durante 10 años el estilo de vida de 20.000 personas, ese grupo de científicos británicos presentó en 2008 su informe, que señala que los hábitos saludables pueden prolongar la vida, por lo menos, 14 años. 

Pero, ¿qué significa hábito saludable? Hacer ejercicio, comer suficientes frutas y verduras, evitar el alcohol y expulsar para siempre el tabaco. Los científicos destacaron que quienes no siguieron esas recomendaciones, tuvieron más probabilidades de haber muerto que aquellos que sí lo hicieron. 

Los investigadores subrayan que los factores económicos, si el individuo es rico o pobre, son ajenos a las probabilidades de prolongar la vida. La idea que se persigue, más allá de prolongar la vida, es mejorar su calidad, con mayores beneficios para la salud.

Estas investigaciones obligan a hacer una profunda reflexión sobre los hábitos de vida de gran parte de los bolivianos. Para comenzar, en relación con la comida. Es casi natural el rechazo al consumo de verduras en general. No falta esta frase como argumento: “Eso es para los conejos”.

En el oriente, por ejemplo, los hábitos de alimentación desechan casi totalmente el consumo de legumbres y vegetales. Por otra parte, tanto en la zona andina como en los llanos, se supone estrictamente necesario el consumo de grasas. Carnes rojas con probadas consecuencias insalubres, como ser el cerdo y el cordero, son las más apetecidas por el boliviano común. Peor aún: hasta hace pocos años se suponía que un espeso caldo de cordero era la mejor receta para recuperar a quien sufriera un mal estomacal y, aún hoy, se sigue considerando esta sopa como un recomendable vigorizante.

Claro, un tema aparte y que seguramente tiene funestas consecuencias para la salud es el consumo casi compulsivo de toda clase de ajíes. Naturalmente, esto hace que en Bolivia se tenga un abundante porcentaje de diabéticos y ni qué hablar de aquellos que llegan a los 35 años sin vesícula o con el hígado desecho. 

A este factor, ya bastante grave, hay que sumarle otro: el consumo de alcohol que, como sabemos, es un elemento inherente a la cultura boliviana, prácticamente insustituible en la inmensa mayoría de los acontecimientos sociales. Toda celebración, de cualquier índole, tiene como protagonista central a esta sustancia. Curiosamente, si bien se usan costumbres ancestrales para justificar una buena juerga, no hay empacho en hacer lo mismo en fiestas patronales. Así, a nombre de tal o cual santo, se arman grandes francachelas.

Desde luego esas no son todas las razones, ya que hay otros factores que llevan a pensar que, gracias a estos malos hábitos, la expectativa de vida de los bolivianos es una de las más bajas del mundo.

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