Régimen Penitenciario: De fugas y recapturas

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 02/02/2023
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El ya tristemente famoso reo Felipe Edvaldo Menezes Iglesias, alias André Luis Xavier Da Rocha, de nacionalidad brasileña y perteneciente al peligroso Primer Comando de la Capital (PCC) en el vecino país, había sido encarcelado el año pasado en Palmasola tras ser acusado de un asesinato por encargo, el de un agricultor en un barrio de Minero, departamento de Santa Cruz, ocurrido el 22 de marzo de 2022. Tres meses después, se fugó de ese penal junto a otro recluso sindicado del mismo crimen.

Aquella vez, la alegría le duró poco. Al día siguiente fue recapturado en inmediaciones de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm). 

La mañana del pasado martes 31 de enero, quienes esperaban ser atendidos en el hospital de Clínicas de la sede del Gobierno, vivieron un verdadero infierno por la acción inescrupulosa de Da Rocha y sus cómplices. Estos, no tuvieron ningún reparo en empuñar armas de grueso calibre y disparar mortalmente contra los custodios del reo brasileño, que lleva sobre sus espaldas un amplio prontuario.

Gracias a las informaciones publicadas en la prensa nacional, todo el mundo sabía el calibre de este delincuente, que después de ser nuevamente capturado en Santa Cruz, el año pasado, había sido enviado a La Paz, a la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro. Desde allí, precisamente, había partido la orden de traslado de Da Rocha, junto a otros cinco delincuentes, al hospital paceño. Según la información oficial brindada la misma noche del martes por el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, “lamentablemente uno no entró” en el minibús de la Dirección de Régimen Penitenciaria. Era nada menos que Da Rocha.

Al final, lo transportaron en un vehículo particular. Y, lo que es el destino, quien conducía ese motorizado, al que el Ministro identificó incluso con la marca (Subaru) y el número de la placa, era el sargento primero Domingo Chávez Condori, el mismo policía que minutos más tarde recibiría tres disparos en la cabeza, víctima de una emboscada.

Los privados de libertad, más sus cómplices, actuaron de manera despiadada, no tuvieron ni un poco de respeto por la vida de quienes les acompañaban como funcionarios de la Policía Boliviana. Además del infortunado sargento Chávez, su colega Nelson Choque Álvarez, con el grado de sargento mayor, recibió un disparo en el abdomen. Durante las horas previas a la conferencia del Ministro, se dijo que se debatía entre la vida y la muerte. A la medianoche, la autoridad dijo que su salud era estable.

La información oficial se concentró en los grandes esfuerzos realizados por la Policía para lograr la recaptura de Da Rocha y los coautores de este crimen con pocos precedentes históricos en el país. Al menos hasta el cierre de esta edición, se desconocían detalles importantes de la emboscada:  ¿Qué pasó exactamente dentro del hospital de Clínicas? ¿Cuántos efectivos policiales participaron del traslado de los seis reos, entre ellos el peligroso brasileño Da Rocha? ¿Es verdad que Da Rocha no estaba esposado? ¿Por qué no hubo una orden judicial que autorice este operativo? Y, lo más importante: ¿quién mató al oficial Chávez?

Estas y otras preguntas deben ser respondidas no solamente para terminar de esclarecer los luctuosos sucesos del martes, sino también para evitar que se produzcan más fugas. Es evidente que Régimen Penitenciario se ha mostrado vulnerable en esta y en otras ocasiones, más aún frente a delincuentes peligrosos que son capaces de todo con tal de escapar. La Policía fue eficiente después, pero no se puede permitir más intentonas como las de antes de ayer. La seguridad de los bolivianos no puede quedar librada a la negligencia de autoridades penitenciarias, fehacientemente, incautas.

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