Hoy se recuerda el Día Internacional de la Mujer. En nuestro caso, dentro de un contexto —en varios sentidos— muy desfavorable para el desarrollo armónico y feliz de las mujeres, es decir, de la mitad de la población mundial.
Aunque en los últimos años se han hecho esfuerzos desde el ámbito político y desde diferentes instituciones, en Bolivia no ha cambiado la situación de opresión contra la mujer por culpa del machismo todavía reinante en la sociedad.
Los feminicidios y, en general, los actos de violencia que se ejercen a diario en contra de personas del sexo femenino son una muestra lapidaria de que hay mucho por trabajar para que la mujer sea respetada como ser humano y no se sienta más amenazada por sus pares masculinos.
“Terminar con las formas de discriminación contra las mujeres y niñas no es solo un derecho humano básico, sino que además es crucial para el desarrollo sostenible. Se ha demostrado una y otra vez que empoderar a las mujeres y niñas tiene un efecto multiplicador y ayuda a promover el crecimiento económico y el desarrollo a nivel mundial”, dice el quinto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el que se refiere a la “Igualdad de Género”. Recordemos que los ODS fueron adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad.
En este acápite, así como en los análisis al respecto, se pone énfasis en que la igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino también uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible. El mundo no será nunca justo, ni pacífico, ni próspero, sin mujeres libres de la violencia machista.
La mujer también vive en un contexto político y económico desfavorable porque, como se ha denunciado en múltiples oportunidades, sufre constantemente de la discriminación de hombres que abusan de su privilegiada condición de tales en ámbitos de poder, ya sea en instituciones públicas como privadas. En el aspecto económico, las mujeres suelen percibir sueldos menores a los de hombres que ocupan su mismo puesto laboral.
Son estas y otras injusticias las que deben ser corregidas en aras de un cambio fundamental para tener un planeta menos hostil con las mujeres.
Hay brechas que necesariamente deben cerrarse por el bien de todos. Solo por citar algunos ejemplos de la vida cotidiana, según datos de Naciones Unidas, el 63% de las mujeres tienen acceso a internet frente al 69% de hombres. Y, para tocar un punto de gran actualidad, las mujeres ocupan apenas el 22% de los puestos en inteligencia artificial.
Las desigualdades priman a lo largo y ancho de la actividad humana y se originan en diversas causas, pero resultan imperdonables cuando tienen como motivo a la imposición unilateral de hombres hacia mujeres.
A propósito de los ataques que reciben millones de mujeres en todo el mundo por razones de género, un 38% de las que participaron en un estudio realizado en 51 países declaró haber sufrido violencia en línea. Porque no debemos olvidar que la violencia no siempre es física, sino, en muchos casos, verbal y/o psicológica.
No se puede dejar de reconocer que se han dado pasos hacia delante en muchos sentidos a favor de la mujer en todo el mundo; por ejemplo, en cuanto al acceso a la educación.
También se suele destacar que en las últimas décadas menos niñas se han visto obligadas a contraer matrimonio precozmente, que hay más mujeres con cargos en parlamentos y en posiciones de liderazgo, y que las leyes se están reformando para fomentar la igualdad de género.
Pero, además de las injusticias señaladas líneas arriba, es necesario avanzar en materia de salud sexual y reproductiva, de la propiedad de la tierra y de, fundamentalmente, protección y respeto a su propia vida, a su libertad, a su derecho a realizarse como ser humano en las mismas condiciones que el hombre.