Lo que hoy vive Bolivia, producto de los 17 años de desgobierno del MAS, es un escenario de pobreza, de carencia de institucionalidad e independencia de poderes del Estado; de una justicia sometida y controlada por el poder político como nunca antes; un Estado que, pese a llamarse plurinacional y autonómico, es el más centralista que se ha conocido y el menos preocupado por resolver la situación de los pueblos originarios; una economía que no se ha diversificado y que ha incentivado nefastas practicas depredadores del medio ambiente (minería y agroquímicos), dependiendo cada vez más del extractivismo de recursos naturales no renovables; un Estado que despilfarra recursos públicos en obras sin sentido, en gastos dispendiosos y en prácticas corruptas que enriquecen a las nuevas elites; una sociedad, precarizada en la informalidad y los bajos salarios; un país en crisis permanente, que no ha resuelto los grandes problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad, la salud, el empleo, la educación, la baja producción y productividad, etc. y que, lejos del nuevo paradigma Suma Qamaña o Buen Vivir, que impulsaron para obtener el respaldo social, está cada vez más cerca del fracaso y de una crisis generalizada.
Las acciones del gobierno de Arce Catacora evidencian que, ante su disminuido respaldo popular y de las clases medias, las fracturas internas del MAS y las graves dificultades económicas, se avecinan tiempos de imposición autoritaria, de medidas antipopulares, de represión y persecución sañuda, para aplicar, a la fuerza, un modelo similar al cubano, venezolano o nicaragüense.
Estamos viviendo la metódica estructuración de un Estado dictatorial que, con el manejo arbitrario de la justicia, impone una estrategia orientada a neutralizar los liderazgos, reprimir a la población para imponer un dominio y control total de la sociedad y poder gobernar sin oposición democrática.
En ese contexto, resulta imperativo que las fuerzas democráticas del país, aprendiendo de los errores cometidos en los largos años de resistencia al régimen de Morales y atendiendo las demandas ciudadanas de resolver los graves problemas que enfrenta como sociedad, modifique sus actitudes y conductas políticas y comprenda que seguir actuando de la misma manera nos llevará a los mismos resultados de derrota y opresión.
- Algunas evidencias
- El país está ante el grave riesgo de ser sometido por una tiranía que ya no disimula sus intenciones.
- El MAS ya no tiene un proyecto político que enamore a sus bases. Solo los une la fuerza bruta y el usufructo del poder.
- Desde el año 2010 y en cuatro elecciones nacionales (2010, 2014, 2019 y 2020) la oposición (los partidos) ha repetido el mismo error. Ir nuevamente dividida para intentar ganarle al MAS sería más de lo mismo.
- Todos se sentían predestinados y fuertes para ganarle al oficialismo, pero no tenían ningún chance real y cuando alguno destacaba con posibilidades de éxito surgían los divisionistas que hacían posible el triunfo del MAS.
- Un riesgo potencial
- En las próximas elecciones (2025) el MAS podría ir unido o con dos candidatos y, ante la falta de unidad de la oposición, el pueblo estará condenado a elegir entre Evo o Arce.
- Si la oposición repite el error de ir dispersa, habrá condenado a la población a otra derrota con graves consecuencias de mayor pobreza, en medio de la tiranía.
- Necesidad de una Convergencia Democrática
El pueblo no puede seguir siendo arrastrado de derrota en derrota, sufriendo las consecuencias de la destrucción del país y la supresión de las libertades y derechos ciudadanos.
Estamos ante un grave riesgo que va a destruir el país y, ante ello, o nos quedamos perplejos, paralogizados y nos rendimos, o reaccionamos y aportamos a la construcción de la unidad mediante una CONVERGENCIA DEMOCRÁTICA CIUDADANA que luche por la recuperación de la democracia y la reconstrucción del país, que permita vislumbrar un cambio de época a partir del 2025 Un proceso de transición y de reconstrucción nacional orientado a:
- La recuperación y consolidación de la democracia.
- El cambio de patrón de desarrollo por otro sostenible y respetuoso del medio ambiente.
- Una justicia proba e independiente.
- El restablecimiento de los principios republicanos de igualdad, justicia, independencia de poderes, institucionalidad, ética, eficacia y eficiencia en la administración estatal.
- La solución a los problemas estructurales de salud, educación y empleo.
- La aplicación de una real autonomía regional y superación del centralismo.
Para hacer realidad lo anterior hay que ganar las elecciones y para ello es importante iniciar, YA, un proceso de unidad y Convergencia Democrática.
La ciudadanía democrática, en tanto nuevo sujeto político activo desde el 21F, ha dado muestras suficientes de madurez política y se encuentra en capacidad de influir e incidir en la conformación de ese proyecto unitario entre las diferentes fuerzas políticas y sociales del país.
No es momento de candidaturas, es momento de que los dirigentes piensen en calidad de estadistas, dejando de lado los intereses personales o de grupo y luchen por el “bien común” para la población y el país; es momento de elaborar los documentos, reglas básicas y criterios de relacionamiento y trabajo conjunto; de tejer una sólida red organizativa y de elaborar, participativamente, la propuesta política básica que sea la argamasa de la unidad expresada en una CONVERGENCIA DEMOCRÁTICA CIUDADANA. Los desafíos son enormes y muchas las tareas. Nos encontramos con las esperanzas de un pueblo que está dispuesto a seguir en la lucha hacia resultados posibles y sería una irresponsabilidad de los políticos y sus partidos repetir las experiencias pasadas.
Democracia, justicia y libertad, deben ser las bases que orienten la conformación de una alternativa unitaria, con capacidad para resolver los graves problemas que enfrenta Bolivia y conducir al reencuentro de los bolivianos con miras al bicentenario que guíe la reconstrucción del país.
La Plataforma Una Nueva Oportunidad fomenta el debate plural y no comparte necesariamente los puntos de vista del autor.