Es cosa sabida que a Sucre le faltan superficies planas y que, por ello, los precios de los terrenos son seguramente de los más caros del país. No se puede pensar, por ejemplo, en un emprendimiento de un centro comercial o de cualquier otro tipo, con parqueos para clientes, a no ser que sean subterráneos, cuya alta inversión no permitiría la ejecución de proyectos rentables.
Sin embargo, hay excepciones, como el amplio terreno de la exestación de ferrocarril “El Tejar”, cerrada y sin utilización alguna desde hace muchos años, ahora en poder de la Alcaldía municipal. En el proyecto de ampliación del centro histórico del Comité Custodio del Patrimonio, elaborado por la Universidad Católica de La Paz, que presta generoso y extraordinario apoyo, se contempla la habilitación de un mercado de abasto para evitar que los comerciantes continúen utilizando ambos lados de la avenida principal, que es parte de la vía hacia Yotala y Potosí.
La idea, complementada por el Comité, es que los varios vagones de tren que se encuentran en su interior sean restaurados totalmente con atuendos regionales y se conviertan en coches comedores similares a los de antaño, de modo tal que cada uno sirva para la venta de platos típicos regionales, como los famosos chorizos, empanadas o salteñas, mondongo, ckocko y otros de la variada gastronomía regional. Es decir, dar a Sucre una atracción que preste servicios a los turistas nacionales y extranjeros y también a la gente que vive en Sucre, que contaría con una nueva e imaginativa opción, especialmente, los fines de semana.
Si además se completa el proyecto, llámese “Parque del Bicentenario” o “Corredor Turístico” –lo que no tiene mayor importancia, como tampoco lo tiene el origen de la idea–, Sucre ganaría mucho en una actividad de la que se habla mucho, pero de la que no se hace lo suficiente. Además, tanto la Alcaldía como las otras instituciones que apoyen la iniciativa mejorarían su gestión, porque el beneficio sería realmente colectivo y generaría muchas fuentes de trabajo, lo que necesita desesperadamente el país.
El Bicentenario está a poco más de dos años y conviene acelerar los trabajos cuyos proyectos han sido meditados y estudiados. Seguir generando nuevas ideas, sin empezar la ejecución de las anteriores, es un peligro y podríamos quedarnos sin nada. Es indispensable terminar de elaborar una verdadera política de desarrollo de la ciudad y del departamento; se han dado pasos importantes, pero falta concretarlos.
Por supuesto, lo primero es respetar y hacer respetar las normas sobre patrimonio. Si no se logra esto, de nada sirve lo demás.