Para nadie es desconocido que la clase política boliviana es capaz de utilizar los recursos más bajos en su afán de tomar el poder o de permanecer en él una vez que lo ha alcanzado.
La descalificación y el insulto se han convertido en moneda de uso corriente y esto se lo ve, particularmente, en las filas del Movimiento Al Socialismo (MAS), que no obstante dejó de tener la exclusividad de tan insidiosa manera de proceder.
El que piensa diferente no solamente se arriesga a ser agredido por las redes sociales o los medios de comunicación, sino también a que se le inicie un juicio para sacarlo rápidamente del ruedo. Esta situación se ha hecho habitual entre adultos; sin embargo, cuando vemos que el rencor está instalado en el discurso de una niña, como pasó en el acto de aniversario del MAS, uno no puede hacer otra cosa que espantarse, no solo porque una menor de no más de 12 años interiorice mensajes tan duros, sino porque los principales mandatarios del país lo celebran y hasta lo aplauden.
El acto fue público pero, de inicio, no tuvo difusión masiva. Cuando el video de la niña vestida de cholita y recitando un “anti-poema” cargado de odio se viralizó, miles de personas pudieron verlo.
En ese acto político estaban el presidente Luis Arce, el vicepresidente David Choquehuanca, los titulares de las cámaras de Diputados y Senadores, Jerges Mercado y Andrónico Rodríguez, así como el expresidente Evo Morales. Ellos, los llamados a proteger a los niños y adolescentes, a gobernar para todos los bolivianos, aplaudieron un discurso cargado de epítetos de odio: “Maldito gringo imperialista, enfermo capitalista…”, así empezaba el “anti-poema” que la niña aprendió de memoria quién sabe durante cuánto tiempo.
Los gobernantes tiraron a la basura su compromiso de cumplir y hacer cumplir las leyes. El Código del Niño, Niña y Adolescente prohíbe que los infantes sean utilizados con fines políticos y partidarios, pero, ¿a quién le puede importar si los llamados a hacer respetar la norma sonríen y celebran su vulneración? Quien tiene a su cargo la educación de esta pequeña y de sus compañeros está cometiendo una grave falta y causando un profundo daño a una criatura que debería crecer pensando en las infinitas posibilidades del ser humano, que podría tener una mentalidad global y que, al mejor estilo de un grupo de políticos, termina repitiendo argumentos para anular al que tiene una idea diferente.
Hay detrás de estas distorsionadas conductas políticas, como las que incluyen el adoctrinamiento ideológico en los establecimientos educativos, una aparente intención de formar a la niñez y la adolescencia sin la capacidad de pensar, de razonar y menos aún de disentir o de argumentar para contrastar ideas y llegar a puntos de encuentro.
Da la impresión de que lo que se busca es perpetuar el odio, haciendo más grande el abismo entre los bolivianos, como si lo único valedero fuera el modelo de país que pretende imponer un partido coyunturalmente en el Gobierno.
No se puede tomar lo ocurrido en días pasados como algo aislado. Desde los pensamientos y desde las palabras se construyen las sociedades y, en ese entendido, la clase política nacional, constituida por los partidarios del oficialismo y de la oposición, debe tomar conciencia de su rol en la formación de las ideas del presente y del futuro. Deben saber que los niños, adolescentes y jóvenes toman su ejemplo, sus ideas ampliamente difundidas a través de los medios de comunicación, para formar las suyas. Y, por último, deben ser los suficientemente responsables como para actuar conforme a una ética y una moral que no desentone con la que promovemos al interior de nuestras familias, sin mezquindades y, menos aún, sin anteponer intereses personales o de grupo a la necesidad de configurar un país verdaderamente inclusivo, de todos y para todos.