Un funesto precedente

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 10/04/2023
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El salar que se ha hecho famoso a nivel mundial con el nombre de Uyuni es, ni duda cabe, una de las mayores maravillas del mundo.

Su tamaño, la espectacularidad de su paisaje, su esencia mística y la belleza visual que posee son algunos de los innegables atributos que han convertido a esta maravilla natural en uno de los lugares que más llaman la atención en gente de todo el planeta. Un botón de muestra es la inclusión del Salar de Uyuni en una de las mayores sagas cinematográficas, como la de “La guerra de las galaxias”, y en la teleserie de alcance internacional “La reina del sur”.

Debido a esas y otras razones, el inmenso mar blanco existente en el sudoeste del departamento de Potosí es, ahora, la mayor atracción turística de Bolivia, por encima incluso de las ruinas de Tiwanaku y el santuario de Copacabana.

Son buenas noticias, pero debajo de los reportes están varias situaciones de injusticia que salen a la luz eventualmente, como ocurrió el fin de semana cuando tres de los cinco hoteles de sal existentes en el lugar fueron bloqueados por pobladores de Colchani, una comunidad de no más de 1.000 habitantes que pertenece al municipio de Uyuni.

Si se toma en cuenta que el turismo es una actividad que necesita del elemento de la seguridad, sobra decir que cualquier tipo de conflicto social espanta a los visitantes. A nadie le gusta viajar a otro país y ser retenido a medio camino, peor aún maltratado, y eso fue lo que ocurrió con este bloqueo. Los videos que lograron enviarse desde el lugar muestran a bloqueadores tratando de manera torpe tanto a conductores de vehículos como a quienes estaban llegando a los hoteles e intentando salir de él. Muchos de ellos ya reportaron su mala experiencia a través de las redes sociales y no solo quedaron en mal los hoteles de sal, o el Salar de Uyuni, sino Bolivia en general.

Debido a este ingrato episodio —que se suma a otros del pasado reciente—, Bolivia es considerado un país con poca seguridad para los turistas, además de conflictivo, abundante en bloqueos y con situaciones de violencia. Una fea palabra circula en medio de las quejas: “salvajismo”.

Los hoteles de sal son construcciones edificadas con ese elemento, que se encuentra en abundancia en el famoso salar. Existen cinco en hotel, y de estos, cuatro son de propiedad privada mientras que el quinto, denominado “Sumaj Rijchariy”, le pertenece a la comunidad.

La historia de los hoteles de sal se remonta a hace más de 20 años, a los tiempos de Juan Quesada Valda, quien fue el operador de turismo que tuvo la idea de construir un establecimiento de ese tipo en pleno salar. La idea les pareció una locura a los entonces pobladores de Colchani, que simplemente le dejaron hacer. Pero el “Palacio de Sal” se convirtió en toda una novedad.

Cuando los visitantes comenzaron a llegar en grandes cantidades, los comunarios pararon las orejas y le cayeron encima.

Así empezaron las medidas de presión, cuyo propósito era conseguir el cierre del hotel. Finalmente, lograron su demolición y Quesada levantó uno nuevo, pero en las orillas, ya no en el salar. Y, a partir de entonces, el hotelero aceptó el pago de un monto mensual —a título de “regalías”— que se mantiene hasta hoy.

El conflicto que motivó el reciente bloqueo es que tres de los cinco hoteles se atrasaron en sus pagos. Pasando por encima del ordenamiento legal, algunos comunarios —porque no son todos— cobran montos anuales en dólares.

Se trata de un funesto precedente no solo para la iniciativa privada, sino para el turismo boliviano en su conjunto cuya imagen internacional, por situaciones como esta, se ve seriamente afectada.

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