¿Por qué nos preocupa la actual situación de la economía? (*)

Rolando de la Fuente 17/04/2023
PUBLICITE AQUÍ

Como ciudadanos de a pie, no deja de preocuparnos lo que pasa con la economía en Bolivia. Las explicaciones ortodoxas, académicas o proféticas de muchos economistas connotados intentan explicarnos con términos de carácter ortodoxo, académico o profético que solo las comprenden algunos entendidos.

Entre lo comprensible de tales explicaciones entendemos que nuestros recursos naturales han sido explotados de tal manera que han tocado fondo, principalmente los hidrocarburos (gas natural y líquidos). De país exportador, Bolivia pasó a importador.

Los minerales que aún se explotan son comercializados solo como materia prima, con escaso valor agregado dada la falta de refinación en los mismos. Los  ingresos generados por los minerales no son siempre constantes debido a las oscilaciones del mercado internacional, lo que nos torna dependientes del vaivén de los precios internacionales. En la actualidad, estos recursos no garantizan mucho.

Respecto a los recursos renovables, como los de los sectores agropecuario o forestal, los no metálicos, la artesanía o el turismo, cabe preguntarse: ¿Cuán desarrollados están realmente, cuán competitivos son al menos para ser comercializados en los países vecinos? Salvo excepciones que se pueden contar con los dedos de la mano, emergentes de la pujanza agroindustrial de una parte del país, la mayor parte de los mismos está escasamente desarrollada para ser considerados como fuentes alternativas de recursos en el corto plazo, capaces de sustituir los ingresos provenientes del extractivismo.

En lugar de promover el surgimiento de nuevos rubros productivos, apoyar la diversificación de los sectores, dejar emerger economías alternativas, el Gobierno se encargó de combatir las iniciativas de pequeños o grandes productores privados, individuales o asociados poniendo restricciones, trabas e inconvenientes, ejecutando competencia  desleal y otras medidas de corte estatista, a sabiendas de que esa receta no funciona.

Tampoco resulta realista dormirse con la ilusión que, por acto de la providencia, despertemos con la noticia de haberse descubierto el “mar de gas” que nos profetizaron, las minas escondidas que superen la riqueza que tuviera el Cerro Rico de Potosí o, sin más, que las sales con litio se vuelvan baterías para que tenga Bolivia el monopolio de los autos eléctricos. Al menos en el corto y mediano plazo, esas nuevas fuentes extractivistas no dejan de ser esperanza.

Mientras el grifo de los hidrocarburos se mantenía abierto con su máximo caudal, caudillajes irresponsables se dedicaron solamente a dilapidar los recursos emergentes, prebendalizando las instituciones, sobornando conciencias, gastando a manos llenas en “obras” insustanciales y reprimiendo ideas contrarias, para mantenerse en el poder.

Resulta que ahora los ciudadanos de a pie nos encontramos con las noticias de que la economía, dizque blindada, ya no tiene reservas suficientes de divisas, ni los recursos necesarios para los requerimientos de la nación. El Gobierno actual acaba echando culpas al Gobierno de 14 años anterior (como si no fueran los mismos) y aplicando políticas públicas para contener la situación, erráticas y desacertadas en muchos casos. Con el fin de “atraer” para el Estado los necesarios dólares, entre otras cosas, modifica la tasa de cambio para exportadores y de pronto ratifica el “rumor” de la poca existencia de los mismos modifica las tasas de encaje legal del sistema bancario y trata que los ciudadanos bolivianos, que por falta de empleo en su tierra tuvieron que migrar, dejen los pocos dólares que mandan a sus familias en arcas del Estado. Como resultado, genera una demanda inusual de dólares por parte de la población, de los que verdaderamente necesitan de ellos y de los que no, generando –lo quiera o no– un “mercado negro” de la divisa con mayor valor que las tasas del Banco Central, ante la ausencia del billetito verde en el sistema bancario.

¿Olvidó acaso el Gobierno que más del 80% de la economía en Bolivia es informal y se nutre fundamentalmente del contrabando, y que los comerciantes requieren dólares? De más estará decir que la poca industria nacional de transformación o la prestación de servicios de diversa índole utiliza insumos de importación que también se adquieren con dólares.

Según el Gobierno la economía esta muy bien, los precios en el mercado de bienes y servicios en lugar de subir bajan (según el Banco Central de Bolivia, la variación de índice de precios al consumidor IPC es de menos cinco decimas entre febrero y enero del 2023 y la inflación acumulada es de – 0,11%). Todos nosotros, ciudadanos de a pie, sabemos que en lugar de cinco panes ahora compramos cuatro con el mismo valor; además, los panes son más bien ahora ya galletitas de Todos los Santos.

La manera más sencilla de destruir la economía de un país es GASTAR MÁS DE LO QUE SE RECIBE y PRODUCIR LA INFLACIÓN. Como afirma Jacques Rueff, la primera traerá como resultado ”desorden social o esclavitud, tal es la única elección ofrecida a los pueblos que viven en desequilibrio financiero”; la segunda traerá como consecuencias el alza de precios y la depauperación de los salarios, agudizando la diferencia de clases.

La crisis económica no se resuelve con decretos o leyes en contra de la economía de los ciudadanos, mediante la búsqueda de nuevos impuestos para exaccionar sus ingresos, la apropiación de sus ahorros (peor aún si son los destinados a su vejez) o la represión de los que protesten en su defensa.

La definitiva disminución hasta el agotamiento de los recursos naturales, que a través del extractivismo eran la fuente de ingresos nacionales;  la ausencia de alternativas reales para generación de nuevas fuentes de ingresos en el corto o mediano plazo; la falta de divisas para importar productos e  insumos,  la disminución del circulante monetario para las transacciones cotidianas y algunas medidas desatinadas del Gobierno en política financiera, pueden repercutir en  una espiral inflacionaria, de la cual conocemos quienes tenemos cierta edad.

Todavía es tiempo para que el Gobierno y sus funcionarios en materia económica recorran las calles en las que circulamos, así como las tiendas y mercados en las que nos abastecemos, despojándose de sus burbujas de poder que los aíslan de la realidad y obnubilan sus criterios. Todavía es tiempo para que dejen de lado su exitismo, se despojen de su ilusión de supremacía con menosprecio a los que piensan diferente y actúen en atención a las expectativas del pueblo.

* Pertenece a la Plataforma Una nueva oportunidad, que fomenta el debate plural, pero no comparte necesariamente los puntos de vista del autor.

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor