El vivir bien es identificado como uno de los valores, principios y fines del Estado Plurinacional de Bolivia, tanto que figura así en el parágrafo primero del artículo 8 de la Constitución, junto a otros preceptos deontológicos como el ama qhilla (no seas flojo), ama llulla (no seas mentiroso) y ama suwa (no seas ladrón).
No se trata simplemente de un precepto moral. Si seguimos revisando la Carta Magna en actual vigencia, encontraremos que se trata de un objetivo; es decir, una meta a alcanzar que, incluso, es mencionada en diferentes idiomas originarios: suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble).
Entonces, estamos hablando de un objetivo a alcanzar, una meta, una aspiración, pero, para que no se quede en eso, la Constitución Política del Estado (CPE) le ha trazado un camino en el parágrafo segundo del referido artículo: “El Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales, para vivir bien”.
Ahora traslademos esa norma a la vida diaria: unidad significa que los bolivianos deberíamos de trabajar como uno, en lugar de pelear como lo hacemos hasta ahora; la igualdad significa que todos tenemos que ser considerados en el mismo nivel, sin que uno esté por encima o debajo del otro. Eso significa, siempre interpretando las cosas en el tiempo presente, que, si de contratar a alguien se trata, no debería considerarse su ideología, militancia política o su pasado. Y, como todos sabemos, eso no ocurre puesto que el actual gobierno ha cerrado todo acceso a las personas que trabajaron con o tuvieron algún vínculo con el gobierno de Jeanine Áñez.
Las siguientes características del vivir bien, como la inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales son simples enunciados cuando se ha dividido el país entre oficialistas y opositores y a muchos de estos últimos se les ha agregado un rótulo adicional: golpistas.
En otras palabras, es difícil aplicar un parágrafo tan de avanzada, y con tan profundo contenido filosófico como el referido cuando en el país campean el odio, el revanchismo y, como se ha visto en innumerables ocasiones, la venganza.
Vivir bien significa transcurrir la vida sin preocupaciones, teniendo al alcance los medios necesarios para el sustento propio y el de nuestras familias. Para ello, es necesario un trabajo que no sea simplemente la compensación por un esfuerzo, generalmente de carácter temporal, sino una condición en la que se sabe que nuestro trabajo será remunerado y, con lo que se nos pague, podremos mantener a nuestras familias.