Alfonso ‘Pica’ Pedrajas era un sacerdote jesuita español que, según su propia confesión, abusó de al menos 85 menores de edad, la mayoría de ellos en colegios bolivianos. En las últimas horas se supo que varias de sus víctimas lo denunciaron
Con el titular “Diario de un cura pederasta”, El País de Madrid publicó el domingo en su portada que el cura Pica, en 300 páginas, dejó relatados los abusos cometidos en contra de cinco de sus víctimas.
“Encubierto por la Iglesia, dejó escrito un insólito testimonio”, dice la presentación de esa impactante noticia, que dio la vuelta al mundo y que este martes tuvo repercusiones en la Compañía de Jesús boliviana.
El religioso abusador, que trabajó durante largo tiempo en el colegio Juan XXIII de Cochabamba y en el San Calixto de La Paz, falleció hace 14 años, en 2009.
Como era de esperarse, las revelaciones causaron indignación, principalmente, en la sociedad boliviana. Pero también a nivel mundial: la lista de sacerdotes envueltos en casos de pederastia se ha ido engrosando, sobre todo, en la última década, y no ha hecho más que desatar una ola de cuestionamientos a la Iglesia católica.
Hace un par de años, el papa Francisco, al manifestarse sobre la noticia de que más de 200 mil menores de edad habían sido abusados en los últimos 70 años por el clero de Francia, dijo: “Es el momento de la vergüenza”.
Este martes, en Bolivia, el provincial de la Compañía de Jesús, Bernardo Mercado, en una rueda de prensa, repudió y condenó los hechos de pederastia denunciados públicamente y que están relacionados con el sacerdote español Pedrajas. Luego, señaló: “La Compañía de Jesús de Bolivia quiere subrayar su política de tolerancia cero ante los abusos, como varias veces ha reclamado al respecto el papa Francisco en sus repetidas exhortaciones”.
“Reiteramos nuestra decisión de investigar los casos con una comisión de peritos que está actuando desde el 2022, lo que puede crear una esperanza de Justicia para las víctimas, cuya situación nos ha avergonzado y causa indignación y tristeza. Pedimos perdón por el dolor causado”, expresó Mercado.
Mientras la jerarquía jesuita en Bolivia dispuso la suspensión temporal de sus tareas a quienes fueron provinciales durante la época de Pedrajas y también a quienes ejercieron posteriormente, para encarar una investigación, el procurador general del Estado, Wilfredo Chávez, anunció una denuncia penal contra los encubridores.
Si bien, lamentablemente, no se trata de una denuncia novedosa en el mundo católico, esta vez involucra a personas que en su momento fueron menores de edad bolivianos y, por ende, los —evidentemente insólitos— archivos del cura Pica han generado preocupación, sobre todo dentro de la Iglesia y, en particular, al interior de la comunidad jesuita.
El mea culpa es importante y necesario; la Compañía de Jesús en Bolivia hizo bien en expresar su repudio y en condenar lo sucedido, aunque, por supuesto, ahora se esperan resultados de la investigación en curso, con responsables y sancionados. Entre la indignante información que ha salido a la luz pública se filtró que hubo encubrimiento dentro de la misma comunidad, por lo que este caso no puede quedar en la impunidad.
Como dejaron dicho los miembros de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Juan XXIII en un pronunciamiento, se debe “establecer una verdad por justicia con fines de reparación y no repetición”.
Entretanto se aguarda una reacción del Vaticano —algo que no había ocurrido hasta el cierre de la presente edición—, se van conociendo nuevas revelaciones, como que hubo denuncias en contra del sacerdote Pedrajas pero, paradójicamente, los denunciantes fueron expulsados del mencionado colegio.
La Iglesia católica tiene que dar muestras contundentes de que no dejará pasar, nunca más, estas situaciones deplorables.