Mamá

Monica Briançon Messinger 23/05/2023
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Entre susurros. Así va este artículo. Porque si hablo muy fuerte, es posible que algunas sensibilidades queden heridas. Sin herir a nadie y respetando los bordes del tema, vamos a lo que toca.

Ser mamá es sublime y es una elección que la obtienes cuando tienes las posibilidades para hacerlo. Pero, hay niñas de 10 o 13 años que no optaron por lo “sublime” y sufrieron un abuso. Al día de hoy, son niñas-madres que abandonaron a la fuerza su niñez para enfrentarse a una maternidad no deseada.

Esas niñas sufrieron abusos por parte de algún hombre cercano o lejano, y son mamás. O bien carecieron de la educación sexual suficiente porque hubo padres en sus escuelas que se opusieron a que la reciba, bajo el argumento de que “es todavía muy inocente, a su momento yo me encargaré de decirle de dónde vienen los niños”.

Y así quedan. Sin información, confundidas y explorando el tema a su manera. De ahí basta un pequeño salto para obtener una estadística fea: Bolivia tiene la tasa de embarazo adolescente más alta de Sudamérica.

Y todos los que hablan de que esa niña-madre trae una bendición en el vientre, son los mismos que terminan por darle la espalda cuando nace esa “bendición”, porque si bien abogan por la vida, poco o nada pueden hacer para que el “sistema” adopte a ese niño recién llegado y probablemente nada querido por la nueva madre.

A esa cifra se añade la oculta. Esa niña no puede hacerse cargo del bebé y la abuela termina siendo la mamá de su nieto o nieta. Nadie contabiliza a las mamás/abuelas. Nadie les paga por la crianza que hacen. Nadie considera que una mujer de la tercera edad tiene todo el derecho de descansar y hacer cuanto le plazca, en lugar de estar haciendo nuevamente tareas, limpiar potos, cocinar el almuerzo y correr por la cartulina roja un domingo por la noche.

A esas abuelas invisibles, va mi afecto ahora que se acerca el Día de la Madre, y también a las mamás que decidieron serlo y tienen una familia. Y a las que te dicen que “eres una fracasada, necesitas ayuda psicológica porque no eres mamá”; y, a los que te dicen “ten pues hijos para que te invitemos a los cumpleaños”, les pido que revisen su escala de valores.

Las mujeres no tenemos el objetivo de ser una granja fecunda que sirva para perpetuar a la especie. Hay muchas que deciden no ser madres porque no quieren, no se sienten preparadas o no tienen el instinto para serlo. Y hay otras que a pesar de varios intentos de fertilización no lo logran, por tanto, antes de pedirles que sean mamás a toda costa, pidamos entre todos que seamos mejores humanos. Solo mejores. Así haremos del planeta Tierra el único buen hogar que conocemos.

 

* Es periodista.

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