La prensa informa que una consultora mexicana comenzará en los próximos días un análisis integral sobre la circulación de vehículos en la ciudad de Sucre. Bienvenido el estudio y bienvenidas las recomendaciones, siempre y cuando se las ponga en práctica, por supuesto.
Sin embargo, se pueden tomar muchas medidas sin costo alguno, recurriendo al sentido común y a los profesionales que existen en el medio y que conocen a fondo el problema porque lo viven día a día.
A continuación, se detallan esas medidas:
Establecer paradas oficiales para los vehículos de transporte público, sancionando a los infractores con multas económicas importantes que deben ser cobradas de inmediato con personal previamente capacitado. Su retribución se pagaría con un porcentaje de esas multas. Esa medida educaría a conductores y pasajeros.
Solucionar de inmediato la doble vía en calles en las que además se permite, insólitamente, el parqueo a ambos lados.
Dejar de improvisar la necesaria ampliación de aceras para evitar que, como ocurre en las calles Audiencia o Aniceto Arce, para citar dos ejemplos, se complique aún más el tráfico porque no se han previsto ni siquiera espacios para paradas temporales y de urgencia en hoteles y entidades financieras.
En coordinación con la Unidad Operativa de Tránsito, cuyos funcionarios solo se dedican a poner grapas, cuando se justifica y cuando no se justifica, reglamentar estas sugerencias y hacerlas cumplir con verdadera responsabilidad.
Controlar estrictamente la programación de circulación según la terminación de placas de vehículos durante los días de la semana, como en otras ciudades bolivianas.
Suprimir de inmediato el control de los funcionarios de Tránsito establecidos en la garita de la ruta al aeropuerto para pedir licencias de conducir. Da vergüenza cuando los taxis con visitantes son detenidos con un trapo sucio que sirve de “stop” y obliga a pagar el peaje, en una época en la que este servicio es electrónico.
El espacio de esta columna no permite detallar más sugerencias, pero si se empieza a modificar la caótica situación actual, como difunde la propaganda municipal, se habrá dado un gran paso sin derrochar un solo centavo.
La empresa mexicana puede cumplir un buen servicio revisando el transporte público, disponiendo nuevas rutas y negociando con los diferentes dirigentes amparados en la objetividad del problema y no en presiones de ningún tipo porque son las que, finalmente, se imponen y no se soluciona nada.
