Ladrona del tiempo

Monica Briançon Messinger 20/06/2023
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La jornada de doña Cirila comienza a las 3 de la mañana. Trabaja haciendo fila en las colas de  Migraciones, del Segip, de la Caja de Salud, o lo que toque. Sus clientes le pagan Bs 120 por la fichita que consiguió haciendo otra fila similar, la semana anterior.

Ella agradece a los creadores de Plurilandia la mejora de la carga burocrática que ha conseguido en 16 años desde la refundición del Estado. No entiende de nuevas normas, carga impositiva, pagos de sellos, timbres y firmas con lapicero azul.

Solo recuerda que hace muchos años enviudó y que, cuando fue a cobrar los aportes de su esposo al Fondo Nacional de Vivienda, le dijeron que no había un peso. Insistió. Le respondieron que la Empresa Nacional de Ferrocarriles nunca hizo los pagos correspondientes y que, si gustaba, le metiera un juicio al Estado.

Doña Ciri no estaba para correr por laberintos judiciales. Se envolvió en su manta negra, odió para siempre a los empleados públicos e hizo lo que miles de madres hacen: dar de comer a sus hijos.

Encontró la manera. Se sacrificó y se sacrifica. Escuchó que muchas personas estaban y están dispuestas a pagarle por hacer lo que no quieren: filas interminables que les roban su tiempo. Así que ella roba tiempo al tiempo y consigue esos apreciados espacios.

Escuchó que los burócratas azules son unos parásitos. Sabe que lo son y los usa a su favor. Añora cuando su marido le traía el sueldo a la casa y le contaba que quería irse a trabajar a una industria privada.

Le decía que allí pagaban mejor. Miraba con respeto a las empresas que “apostaban por el país y se quedaban para generar empleo”.

Pero en 2006 hubo nacionalizaciones. Los empresarios dejaron de “apostar” e hicieron lo mínimo. Las nuevas empresas estatales prometían mucho, pero no lograron nada excepto crear un gran agujero en el país.

Para doña Ciri, es solo dato. Mientras algunos lamentan la burocracia, ella se ha vuelto Licenciada de las filas. Su hija mayor también se beneficia del negocio. Ha producido un puesto ambulante de api y vende la bebida a los clientes. Debe mantener a sus hijos. Y para este 21 de junio, una fecha inventada e impuesta, preparará más api. Su mamá no tendrá que hacer colas y podrá dormir un poquito más.

Ella no. Solo buscará ingresos. De empleo fijo, ni hablar. Sabe que no hay las condiciones, así que engrosa la estadística del “80% de empleadas informales”.

“Viva Plurilandia y su año nuevo andino”, dice suspirando. Sabe que en poco tiempo también robará tiempo a otros. Tal vez como burócrata, si consigue un empleo estatal, o comprando tiempo para vender a quien pueda comprarlo.

Ficha 398, pase por favor.

* Es periodista.

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