Necesitamos construir buenas noticias y un portavoz que las comparta

ÁGORA REPUBLICANA Carlos Hugo Molina 20/06/2023
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Existe una secuencia constitucional con plazos insoslayables para mantener la salud democrática de la sociedad y el Estado. Este año deben designarse las nuevas autoridades del Órgano Judicial Plurinacional. El año 2024 debe realizarse el Censo de Población y Vivienda. El año 2025 se llevarán adelante las elecciones nacionales para conformar los órganos ejecutivos y legislativo. Y el año 2026, se elegirán las autoridades autónomas, departamentales, municipales e indígenas. Cada una de esas acciones exige un conjunto de decisiones que deben permitirnos llegar a resultados impostergables y necesarios.

Al anterior listado hay que sumarles dos situaciones que dejarán en evidencia cuál es la voluntad de los actores políticos y sociales responsables de ejecutarlas. Una es la celebración, el miércoles 6 de agosto de 2025, del Bicentenario de la Independencia de Bolivia, y la segunda, corresponde a las acciones políticas de coyuntura que facilitarán o enrarecerán el ambiente en el que se adoptarán las decisiones.

La primera constatación es que no tenemos información sobre la secuencia de acciones preparatorias ni las probables fechas de ejecución de las cuatro acciones ordenadoras del Estado. La que movilizó más el interés ciudadano, la realización del Censo, se encuentra en este momento en una nebulosa harto silenciosa frente al tiempo que avanza. Cuando en planificación se colocan las actividades en una Ruta Crítica, cada día que pasa es un día menos para llegar al objetivo y, por lo tanto, puede ser un día perdido sin posibilidad de reponerse con las consecuencias que tendrá sobre las siguientes acciones. Tres de ellas se acompañan de procesos electorales, y la cuarta, el Censo, necesita de un gran consenso y movilización social que no se pueden improvisar.

Ese es el valor de los otros dos eventos. Repetimos la importancia que pueden tener los festejos del Bicentenario para organizarlo como una fiesta en la que debemos ponernos de acuerdo. Somos el último país en celebrarlo y hacerlo entre los nueve departamentos bajo el liderazgo de Chuquisaca, con un espíritu propositivo, podría significar un esfuerzo que vale la pena realizar. Recordar concertadamente acontecimientos, personajes y circunstancias que nos conciernen, podría generar un espíritu positivo de tolerancia.

Sin embargo, la agenda de la coyuntura la veo más complicada. Los titulares son generosamente negativos con noticias marcadas por confrontaciones absurdas. La que ha sorprendido más es la asumida por el presidente Arce, que desafía a un debate a “los cruceños” porque ellos “no tienen ideas” y todo lo resuelven “a golpes”. Pasando por las barbaridades que se están enrostrando los dos sectores del MAS que ya están en campaña presidencial. O las complicadas circunstancias que atraviesan ahorristas, usuarios, socios y directivos de un banco en una telenovela que está adquiriendo contornos grotescos. O la sentencia formulada por la Ministra de Culturas de que quien no es indígena “es un inquilino” en Bolivia. Y el despacho de media tonelada de droga en una aeronave propiedad del Gobierno con cámaras de seguridad inexplicablemente borradas…

Habrá que recordar, como en el mito griego de la Caja de Pandora que, al abrirla y escapar las desgracias, pudo retenerse a la Esperanza, y todos se aferraron a Ella. En algún lugar recóndito deben existir buenas noticias, y si no las encontramos, tendremos que empezar a construirlas, incluido su portavoz. Como dice el filósofo extremeño Israel Rodriguez García para situaciones europeas similares, “ya no resulta placentero para nadie continuar por más tiempo viviendo en un sin Dios como este.” 

¿Lo entenderá así el 60% de la población boliviana, que tiene menos de 30 años?

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