Cambiaron desde el nombre. La Feria que terminó en Cochabamba el pasado domingo fue un verdadero éxito. Cada año, en forma rutinaria, se llevaba a cabo la feria cochabambina con el nombre de Feicobol. Era, seguramente, la segunda más importante del país. Quizá lo siga siendo, pero su nivel ha subido considerablemente.
La Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba, en convenio interinstitucional de Cooperación con el Gobierno Municipal, llevó adelante el proyecto que denominaron “Feria Exposición Internacional de Cochabamba 2023”. Una demostración incuestionable de lo que se puede hacer cuando se decide trabajar en equipo.
Un campo ferial renovado, galpones convertidos en pabellones comerciales y de servicios, jardines bien cuidados, iluminación modernizada, orden y organización, formaron un marco que los expositores retribuyeron con stands mejorados, convirtiendo en inversión su participación de otros años, que constituía una especie de gasto tradicional y hasta obligado.
El stand de BoA se distinguió por su excelente calidad e imagen, que lamentablemente contrasta con la realidad ya que nuestra pobre Línea Bandera Nacional está desprestigiada porque no se puede saber quién la utilizó para un despacho ilegal, ni quién era el destinatario, lo que nos afecta a todos los bolivianos. Al margen de esta digresión, se debe destacar el esfuerzo de todos sin excepción, porque el conjunto formado por los participantes hizo posible que Cochabamba fuera sede de un acontecimiento de primer nivel.
La recompensa para los organizadores fue la respuesta del público que asistió masivamente. Los medios de comunicación no se cansaron de citar estadísticas sobre el número de asistentes, alrededor de 380 mil, de lejos muy superior al de versiones anteriores.
No queda más que reconocer las abismales diferencias entre las actividades que existen entre las ciudades del eje central y las demás, pero eso no implica resignación. Tiene que constituir un aliciente para seguir trabajando cada uno por su ciudad y su departamento y continuar la lucha, si así puede llamarse, contra el centralismo secante, que es la causa de que nuestro país siga siendo el menos integrado en una época de integración continental. Se da más al que genera más votos, no al que más necesita.
En el caso de Sucre, ha dado un gran paso con su campo ferial, que progresa poco a poco pero es, indudablemente, mejor a los de nuestras antiguas ferias improvisadas en mercados zonales. Sin embargo, no debe quedarse como está, hay que seguir el buen ejemplo y, cada año, invertir en lugar de gastar, no solamente en el parque mismo, sino en la zona circundante, empezando por las vías de ida y vuelta y en los espacios para parqueo.
En síntesis, la feria cochabambina cumplió su objetivo: ese encuentro entre la oferta y la demanda, ley que no se mata ni con bala ni con decretos, actividad que unió a los bolivianos que ofrecían sus bienes o sus servicios en un ambiente de paz, un equilibrio total, como las alas de ese cóndor que para volar necesitaba las dos alas, la izquierda y la derecha, bella expresión que se quedó en discurso. Nadie se peleó por las banderas regionales, todos estuvieron bajo nuestra tricolor.