La Sociedad Abierta y sus Enemigos (*)

Gonzalo Flores 25/09/2023
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Un solo capítulo, denso y estupendo, ha dado nombre a dos volúmenes completos de Karl Popper: La Sociedad Abierta y sus Enemigos.

¿Qué es la “sociedad cerrada? Es la sociedad tribal donde domina la actitud mágica, la creencia de que las uniformidades sociales son naturales e impuestas por una voluntad sobrenatural; en ella, los tabúes estáticos regulan la vida social, fijan la responsabilidad colectiva. Por consiguiente, el individuo no tiene problemas morales; los resuelve ajustándose al tabú, a la institución tradicional que le dice qué hacer.

En cambio, la "sociedad abierta" –aquella en la que los individuos deben tomar decisiones personales-  es abierta a la innovación y a la iniciativa individual; puede convertirse en sociedad “abstracta”, donde los contactos y relaciones no son cara a cara, sino impersonales (por ejemplo, el intercambio comercial y la cooperación son relaciones abstractas). Por tanto, la transición de la sociedad cerrada a la sociedad abierta es una de las revoluciones más profundas experimentadas por la humanidad.

Grecia antigua ofrece el mejor ejemplo de este cambio.

En el siglo VI AC, las ciudades cada vez más pobladas crearon ciudades "hijas" que entraron en contacto con mercaderes y navegantes. Los puertos, como Pireo (baluarte del “partido democrático”) y Falero, y las murallas que los unieron, fueron aborrecidos por los partidos oligárquicos de Atenas, que veían en ellos la puerta de ingreso de lo extranjero, lo extraño, el cambio. Los oligárquicos atenienses se aliaron con los oligárquicos espartanos en contra de la emergente democracia ateniense.

Aunque Atenas era de algún modo imperialista, adoptó muchas medidas "liberales": que los ciudadanos de Samos sean atenienses desde la conquista, que conserven todas sus leyes, y que paguen un tributo de 5% sobre el comercio, medida que hizo que los atenienses se interesen por el desarrollo del comercio de sus aliados, su bienestar e independencia.

En cambio, en Esparta se protegía el tribalismo detenido, cerrándose a la influencia extranjera; se rechazaba toda ideología igualitaria, democrática e individualista; se rechazaba el comercio; se deseaba mantener lo propio, no mezclarse con los inferiores; se sometía a los vecinos, se permitía que la ciudad crezca sólo mientras se pudiera conservar su unidad, sin arriesgarse a tendencias universalistas. Todo esto tiene gran coincidencia con el programa del tribalismo moderno.

En toda la Hélade los griegos se dividieron, unos a favor de la tendencia democrática, otros en contra. Los antidemocráticos extremos se pusieron en la línea de "retorno al antiguo estado paterno" (de ahí se origina: “patriota”), lucharon contra el “imperialismo universalista de la democracia ateniense” y los símbolos de su poder: la armada, las murallas, el comercio. Pero intelectuales atenienses, especialmente los de la Gran Generación (como Sófocles, Tucídides, Eurípides, Aristófanes, Pericles, Herodoto, Protágoras, Demócrito, Gorgias, Alcidamas, Licofrón y Antístenes) formularon el programa político de un individualismo igualitario; plantearon que la democracia no puede agotarse en el principio vacío de que "debe gobernar el pueblo" y que debe basarse en la razón y el humanitarismo. El debate ideológico fue encarnizado. Protágoras fue el primero que pensó en el individuo como tal; la creencia de que no existe nada más importante que los demás hombres individuales fue asentada por él.

Por tanto, para Popper el nacimiento de la filosofía fue una reacción ante el derrumbe de la sociedad cerrada y sus convicciones mágicas. Se dejó de transmitir un mito y se empezó a buscar explicaciones racionales.

Inicialmente Atenas cayó, pero debido a la traición de los oligarcas atenienses que conspiraban con Esparta. Después de un breve período de gobiernos títeres bajo la dirección de Esparta, los demócratas atenienses retomaron la ciudadela y restablecieron la democracia; ésta demostró ser superior y sus propios enemigos empezaron a considerarla invencible. Reconstruyeron los puertos, que eran la conexión al mundo, y las murallas que los protegían.

Se buscó culpables. Sócrates fue acusado de haber instigado a Alcibíades, Critias y Carménides, y se lo acusó de corromper a la juventud, ser impío e introducir nuevas prácticas religiosas. Pudo huir, no lo hizo.

Platón, el discípulo que lo traicionó, elaboró una verdadera “teoría de la inquisición”. Combatió la enseñanza de nuevas ideas, la introducción de nuevas prácticas religiosas y nuevas opiniones; el libre pensamiento, la búsqueda de la verdad; defendió la mentira, los milagros políticos, los tabúes, la supresión de la verdad, ser misántropo, misólogo y buscar ayuda en tiranos. Pero no le sirvió; no logró detener el cambio.

En fin, Popper señala claramente lo que hay que aprender de Platón: que el remedio no puede consistir en la detención de las transformaciones políticas, que no se puede volver a la presunta feliz sociedad cerrada. “Una vez que admitimos la razón, la crítica, la responsabilidad, no podemos admitir la regresión al sometimiento a la magia tribal. Mientras más queremos volver al tribalismo, más iremos a la Inquisición, a la Policía Secreta y al gansterismo”. “Si comenzamos por la supresión de la razón y la verdad deberemos concluir con la más brutal y violenta destrucción de todo lo que es humano. No existe el retorno a un estado armonioso de la naturaleza. Si damos vuelta, tendremos que recorrer todo el camino de nuevo y retornar a las bestias". “… si queremos seguir siendo humanos, entonces sólo habrá un camino, el de la sociedad abierta. Debemos proseguir hacia lo desconocido... sirviéndonos de la razón... para procurarnos la seguridad y libertad a que aspiramos”.

 

* Pertenece a la Plataforma Una Nueva Oportunidad, que fomenta el debate plural pero no comparte necesariamente los puntos de vista del autor.

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