Un total de 42 organizaciones y un grupo de autodenominados “fundadores del MAS” ha hecho saber, públicamente, que no participarán del Congreso Nacional del Movimiento Al Socialismo – Instrumento Para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) en Lauca Ñ, trópico de Cochabamba. La cita es para este martes y concluirá el jueves.
Para un país del tamaño de Bolivia, se trata de una cantidad abultada pero el problema no es la cifra, sino el hecho de que entre esas entidades están las más importantes organizaciones sociales, incluidas la Central Obrera Boliviana (COB), la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb), las confederaciones de comunidades interculturales, de Mujeres Indígenas Originarias Campesinas Bartolina Sisa, las de gremialistas, artesanos, constructores, fabriles, maestros urbanos, rurales, jubilados, rentistas, trabajadores en salud, panificadores, las muy importantes Confederación Indígena del Oriente Boliviano (Cidob), la Confederación Universitaria Boliviana (CUB) y federaciones como la nacional de cooperativistas mineros (Fencomin) y la de Trabajadores Municipales de Bolivia.
En la lista hay más organizaciones, pero las citadas son las más conocidas. Como se puede ver, se trata de prácticamente todos los denominados “movimientos sociales” que sustentaron al MAS durante todos estos años. Y lo que se advierte, entonces, es que la reunión que comenzará mañana en Lauca Ñ consolidará, de manera definitiva, la división de las organizaciones sociales afines al partido que gobierna el país desde hace 17 años, con un paréntesis de 11 meses. Una división aceptada, además, este domingo por el propio expresidente Evo Morales.
Se trata de un proceso que comenzó a los pocos días de la victoria electoral de Luis Arce, en octubre de 2020, cuando se conformaba el gabinete de ministros y se decidían otras designaciones de altos funcionarios de Estado que son atribución exclusiva del Presidente.
Precisamente al día siguiente de haber sido elegido, Arce declaraba, en una entrevista con el programa “Newshour”, de la BBC, que “si Evo Morales quiere ayudarnos, será muy bienvenido, pero no significa que Morales estará en el gobierno. Será mi gobierno”. Todo indica que el expresidente no asumía las cosas de esa manera y sus críticas a la gestión del actual jefe de Estado comenzaron a manifestarse pronto, y a repetirse con frecuencia, sin resultados, como lo demuestra el desdén con el que Arce recibió las “sugerencias” de Morales acerca de cambios en su gabinete.
La fractura en el MAS se fue ampliando a medida que Morales se desesperaba por no poder ejercer el poder de manera directa, como lo hacía hasta que fue expulsado por las protestas callejeras de octubre y noviembre de 2019.
El trato de “hermano presidente”, que Morales otorgaba a Arce, al de “cajero” de su gabinete, que le dio para invalidar la autoría del modelo económico, traduce muy bien la amplitud y la profundidad de la fisura que divide, hoy en día, al MAS. Una división que, obviamente, afecta a las organizaciones sociales del Instrumento para la Soberanía de los Pueblos (IPSP), el apellido del MAS y, de manera especial, al Pacto de Unidad que, tras esta división, en los hechos, habría dejado de existir al menos como tal.
¿Qué clase de congreso será, entonces, el que comenzará este martes en Cochabamba? A todas luces, uno que reunirá a los allegados a una parte del MAS, a una de las dos facciones en disputa y no a todos ni mucho menos.
Para contrarrestarlo, la facción disidente anunció que, 12 días después del “evento” en el Chapare, realizarán una “gran marcha” y un cabildo, en El Alto. Falta ver en qué acabará todo esto.