El destino de Potosí

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 10/11/2023
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Al terminar 2013, Juan Francisco Bedregal Villanueva publicó el libro “Tras el oro de Chuquiabo… en busca de un tiempo olvidado”, que traía revelaciones sorprendentes como que Francisco Pizarro conoció, de labios del propio Atahuallpa, las riquezas existentes en Chuki Apu y el Cerro Rico de Potosí.

El contenido del libro tuvo difusión mundial, mediante las agencias internacionales de noticias, pero escasa repercusión en Bolivia. Incluso La Paz, cuyo Fondo Editorial Municipal mandó a imprimir el libro, prefirió ignorar las revelaciones de su autor y optó por el silencio. Ningún historiador rebatió su contenido porque Bedregal puso en claro sus fuentes: los libros de Pedro Cieza de León que no fueron suficientemente divulgados.

En la página 71, el autor dice que “(Francisco) Pizarro sabe, intuye que es verdad el tesoro, la mina de Potosí, y viene en persona a gestionar la entrega de la mina de Potosí, pero no lo consigue, ya que el ambiente ha comenzado a generar nuevas posibilidades, el enfrentamiento con Almagro y las desavenencias entre ellos permiten abrigar la esperanza de la destrucción de ambos”.

El planteamiento de Bedregal apunta a señalar que, a sabiendas de la existencia del oro de Chuki Apu, Chuquiago o Chuquiabo, Pizarro llegó hasta esas tierras y planificaba su incursión hacia territorio qaraqara, donde estaban los yacimientos de plata de la waka putuxi, o Cerro de Potosí. Al estallar la guerra civil entre pizarristas y almagristas, cambió de planes, aunque mandó a su hermano Gonzalo a establecer un emplazamiento que serviría, al terminar los conflictos, de escala y descanso en el camino hacia la montaña de plata. Por ello, ese lugar se llamó La Plata y es la hoy ciudad de Sucre.

Esta tesis respalda el planteamiento potosino de que sin Potosí no habría existido Bolivia. Las incursiones de españoles a territorio hoy boliviano fueron motivadas por la búsqueda de la plata y eso determinó, después, la constitución de una audiencia, que debía resolver los pleitos por la tenencia de minas, y un obispado.

Desde entonces, el destino de Potosí —hoy de aniversario— fue nutrir con su riqueza a un territorio que estaba alejado de las costas y, por tanto, no había sido considerado para la fundación de ciudades. Como es abundantemente conocido, la plata del Cerro Rico se convirtió en la principal fuente de riqueza para España que, gracias a ese metal, de una dispersión de reinos se transformó en todo un imperio, aquel que fue forjado por Felipe II.

Durante todo el periodo colonial, España, además de Inglaterra y Holanda, a través de la piratería, se nutrieron de la plata potosina y, aunque la producción declinó notoriamente en la Guerra de la Independencia y en los primeros años de la República, esta sirvió para mantener la naciente burocracia boliviana.

La historia económica de Bolivia pasó de la plata al estaño y eso determinó que la minería potosina siga manteniendo al país. Eran los años previos al descubrimiento de yacimientos de hidrocarburos.

Ahora, casi 200 años después de la fundación de Bolivia, Potosí ha vuelto a revelar su vocación de sustento nacional debido a la abundancia de litio en su territorio. Está concentrado, sobre todo, en el colosal Salar de Uyuni, que es el mayor reservorio mundial de ese recurso.

Si la plata fue el sustento colonial, primero, y republicano, después, ahora es el litio el que se muestra, todavía y pese a todo, como el sustituto de aquel recurso en su condición de generador de divisas para el país. Ese parece ser el destino de Potosí, desde aquellos años en los que todavía no existía Bolivia.

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