Todo el mundo ha quedado completamente sorprendido por el brutal asalto armado de Hamás a territorio israelí, donde sus milicianos han asesinado con odio y saña a 1.200 personas y dejado heridas a más de 4500.
Digo que el mundo ha quedado sorprendido porque nadie se imaginaba que los milicianos iban a adentrarse a territorio israelí para hacer “lo que han querido” y por varias horas, sin tener respuesta inmediata del Ejército israelí.
Pero, ¿cuál es la realidad de este “cuadro espantoso”?
Israel es un país que se ha creado por resolución de las Naciones Unidas el año 1947, ya que “ordenó” la “partición” de Palestina y desde entonces y, para ser más precisos, desde el 14 de mayo de 1948, fecha en que se establece el Estado de Israel, comienza el conflicto árabe-israelí.
Desde que el actual primer ministro israelí asumió el poder, se han llevado a cabo, en tres ocasiones, enfrentamientos armados, ya que tanto Hamás como Benjamín Netanyahu son extremistas.
Israel, haciendo uso de su mortífera fuerza aérea, bombardea incesante e indiscriminadamente la Franja de Gaza, causando la muerte de más de 11.000 personas y dejando heridas a más de 30.000.
El primer ministro comete crímenes de lesa humanidad, razón por la cual tiene un proceso abierto en la CPI. Por otra parte, ha construido asentamientos en tierras ocupadas.
Esta situación explica claramente por qué Hamás ha dado muerte a 1.200 personas con odio y saña, porque es un odio que los palestinos han acumulado por muchísimo tiempo por los crímenes y abusos causados por Israel.
En uno de sus artículos de la carta de la ONU, dice que un Estado puede defenderse después de sufrir una agresión.
Ahora bien, desde el momento en que se conoce esta noticia, los países europeos y EE.UU. dicen que Israel está en su derecho a defenderse, pero, ¿será que lo que han dicho sea lo más acertado?
Es importante tener presente que todos los países que han dado “carta blanca” a Israel para que se defienda, en el pasado han sido colonialistas que invadían territorios para robar, matar y abusar.
El conflicto árabe-israelí NO tiene solución militar. La solución tiene que ser necesariamente política, es por esto que dichos países en vez de atizar el fuego deberían haber sofocado, interponiéndose entre Hamas e Israel para solucionar dicho conflicto por la vía política y de esta manera evitar una invasión criminal que Israel y sus aliados llaman guerra. Invasión que ya ha cobrado más de 17.000 muertos y más de 50.000 heridos, además de acarrear mucho pero muchísimo dolor.
La ONU y muchas personalidades importantes califican a esta invasión de genocidio, porque los bombardeos son incesantes e indiscriminados, etc.
O sea, los países europeos, y muy especialmente EE.UU., deberían haber dado a escoger a Hamás una de las dos alternativas: “paz o guerra”; o sea, proponerles una “paz justa”, que contemple la devolución de todos los territorios ocupados en la guerra de 1967, con Jerusalén Oriental, su capital, y el total desmantelamiento de todos los asentamientos que se han construido a partir de los años 80.
El líder de Hamás, a pesar de ser esta una organización extremista, al igual que el actual primer ministro israelí, ha dicho hace cinco años, en una entrevista con Cristiane Amanpour, de CNN, que están dispuestos a renunciar a territorio a cambio de paz.
Es así que se hubiera solucionado este añejo conflicto de forma pacífica, racional, inteligente, equitativo y, lo más importante, muy humano, ya que no se hubiera derramado ni una sola gota de sangre inocente.
Pero desgraciadamente EE.UU. es el país que simplemente no quiere y siempre no ha querido obligar a Israel a obedecer las resoluciones 242 y 338 de la ONU. Digo EE.UU. porque en dicho país está la llave para cerrar este conflicto. Y con el actual primer ministro la situación se hace mucho más difícil, ya que este señor ultraderechista quiere el máximo posible de territorio para construir, según él, “El gran Israel”.
Tarde o temprano por la vía política se va a tener que dar solución a este conflicto, por lo va a quedar al descubierto que este genocidio nunca debería haberse llevado a cabo. La responsabilidad recae en los países colonialistas que, pudiendo fácilmente evitar la guerra, la han aplaudido.