La disputa entre “evistas” y “arcistas”, dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS), ha llegado a niveles inauditos y, aunque la justicia esté atravesada por la espada de su peor crisis institucional, es preciso que se asuman acciones para evitar la pérdida de otra vida humana. Porque ya se cuenta una, provocada por este sórdido enfrentamiento en días pasados en Tarija.
Los hechos acaecidos en la zona del Mercado Campesino de Tarija son intolerables y ameritan sanciones ejemplarizadoras. Un hombre de la tercera edad, Benjamín Churata, que todavía se veía obligado a trabajar vendiendo raspadillos para sacar su sustento diario, falleció en las puertas de las dependencias de la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija (Fsucct) donde por enésima vez se registraban enfrentamientos, pero esta vez entre dos sectores de la misma organización.
Nada tenía que ver este vendedor de raspadillos, que como todos los días trataba de ganarse unos pesos por la zona, pero, como siempre, todo ocurrió muy rápidamente: el sector “evista” quería hacer su congreso en las instalaciones de la federación y el “arcista”, se dice que reconocido orgánicamente, impedirlo. La Policía, sin mayores liabretos para controlar los disturbios evitando las estampidas y minimizando riesgos, lanzó sus gases y, en las carreras, Churata se descompensó.
Hay después una historia turbia que han captado las cámaras de varios canales de televisión tarijeños, pues los movilizados, aparentemente, habrían impedido avanzar a la patrulla. Finalmente, cuando Churata llegó al hospital, era demasiado tarde.
Como se ve, en torno a lo sucedido existen varias observaciones que, en su caso, podrían derivar en imputaciones fiscales: el negligente accionar policial mientras que los sectores en pugna rozaron, o rebasaron, la línea de la criminalidad evitando el paso de la patrulla.
Es urgente una profunda investigación sobre los protocolos empleados y las situaciones que desencadenaron el hecho, pues no puede ser que alguien que salía a trabajar acabe muerto por las discrepancias de dos grupos políticos que, además, nada tienen que ver con lo puramente sindical. Esa no es la batalla.
En Tarija tal vez se ha anticipado el pulso, quizá porque siempre ha sido una región huérfana dentro del MAS y casi todos toman posiciones guiados por sus necesidades y no por su ideología.
El pulso entre el expresidente Evo Morales y el actual mandatario Luis Arce está entrando en territorios por demás peligrosos. Durante todo este año, Morales y sus seguidores han atacado con saña al Gobierno sembrando dudas en aspectos fundamentales como el de la economía, especialmente apuntando a la ausencia de dólares; pero también con acusaciones graves de corrupción e incompetencia.
De por sí ya es un problema en tanto el pulso afecta al Estado y su desempeño, cambia el orden de las prioridades por puro interés político y genera incertidumbre en los mercados, en los inversionistas y en los consumidores. Pero lo que es intolerable es que estos pulsos desemboquen en muertes.
Ningún boliviano puede morir así. Es la democracia la que debe tomar la palabra para resolver los conflictos de esta naturaleza y, si los choques se agravan, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) deberá mover ficha y convocar a las elecciones primarias que, de realizarse sin interferencias partidarias, podrían resolver esta pugna tal perjudicial para el país. (R)