¡Qué tremendo mensaje -inocultable- el que el día del Estado Plurinacional el masismo que lo instauró se encuentra abiertamente enfrentado! Ya todo el pasado año nos acostumbramos a insultos entre las partes peleadas, buena porción de ellos vinculados a dudosas relaciones con ámbitos oscuros de negocios y negociados. De solo escuchar esos improperios y acusaciones ya cualquiera puede deducir el hondo quiebre moral del partido oficialista, en particular de su dirigencia. Si solo afectara a ellos sería noticia excelente, pero ocurre que no se vislumbra una o varias organizaciones políticas convergentes en una oposición, pese a los notables esfuerzos de algunas y algunos asambleístas activos y críticos, que pueda erigirse como el necesario recambio para recuperar la salud del Estado de derecho democrático.
El presidente en su discurso principal reconoce que hay problema en el ámbito judicial -tan grande de ver, que no podía ignorar-, para inmediatamente atribuir la responsabilidad de ello a la Asamblea Legislativa. A pocos metros se encontraba el vicepresidente, que es la cabeza de dicho cuerpo colegiado; el “presidente nato”. Pero él no se alude. Veamos qué dice y qué relación tiene con los hechos.
De nuevo el “jilata” se manda rimbombantes expresiones sobre la complementariedad y la sabiduría ancestral. Si hay significado valioso en ello -y pienso que lo hay- es sistemáticamente puesto en escarnio porque cuesta encontrar, en la segunda magistratura del país, prácticas políticas que ilustren de su valor. A finales de año recién concluido, cuando ya el abogado a cargo de la Comisión de Constitución de los diputados dilató enviando el proyecto de ley aprobado en el Senado a varias instancias -le faltó a la comisión de árbitros de fútbol- para que diesen su visto bueno sobre la constitucionalidad, incluyendo a los propios interesados, los hasta entonces jueces de los “altos tribunales” del país. Ante tales circunstancias, un grupo grande de asambleístas, incluyendo el presidente de los senadores quisieron suspender el receso de fin de año, pero Choquehuanca ejerció su autoridad para imponerlo.
Ahora, en su discurso de ocasión, dice que convocará a una reunión de alto nivel para enfrentar el comprensible rechazo que generó la vergonzosa autoprórroga de los individuos, dizque llamados a cuidar la constitucionalidad de las decisiones de las autoridades, la fija a la siguiente semana, pese a la visible emergencia. El ala disidente del MAS, la que encabeza el caudillo que quiso eternizarse en el poder, ¡con venia del mismo tribunal constitucional!, tiene al país en jaque con bloqueos de caminos, que son justamente su especialidad, porque, de yapa, en sus dictámenes de despedida (tramposa) reconocieron finalmente lo que la inmensa mayoría de ciudadanos ya sabíamos: que no hay derecho humano a la reelección, como tardíamente se ratificó, con fuerza vinculante, la “opinión consultiva” de la Corte IDH en 2021.
Todo el desbarajuste jurídico se inició con el desconocimiento de los resultados del 21F en 2016. Incluso el mamarracho ese de la elección en urnas de los altos jerarcas de las cortes tenía solución, pero está probado que ese pretendido manto de legitimidad a través del voto popular forzado permitió al MAS contar con una servil administración de justicia. Hoy la fracción “arcista”, encabezada por el ministro de la cartera relevante, son los primeros en reconocer que: el gran “prorrogado” fue Morales Ayma y su vice, pero desde 2016 en adelante cerraron filas descalificando toda crítica razonable y certera, para llegar al descalabro actual.
Urdieron, el relato de “golpe” cuando se sintieron fuera de sus añorados cargos en 2019 y hoy buena parte de las cabezas de oposición está encarcelada: la expresidente Añez que salvó al país de peores momentos en la crisis de ese noviembre, en la cárcel de Miraflores; el gobernador de Santa Cruz, también con rol protagónico en medio de la sostenida protesta ciudadana ante el fraude, en Chonchocoro, igual que el dirigente potosino, Marco Antonio Pumari, en la cárcel de su distrito. Sin rubor, los “hermanos” oficialistas acusan al “evismo”, con razón, de tal deriva, la del gran conflicto que operando desde el fiscalato encarceló esos y otros ciudadanos y ciudadanas. Pero no es que los “arcistas” estaban al margen de tal venganza; de hecho, fueron mayormente los ejecutores. El vice desde sus pretendidas alturas celestiales andinas, es parte activa de tales extravíos; sus discursos ya ni siquiera encandilan, for export, audiencias ingenuas.
* Es parte de la plataforma Una Nueva Oportunidad, que fomenta el debate plural pero no comparte necesariamente el punto de vista del autor