El país ensaya un nuevo capítulo de la polarización que lo inviste desde hace casi dos décadas, desde la irrupción del Movimiento Al Socialismo (MAS) como primera fuerza política, en un panorama de atomización del sistema de partidos.
Lo ocurrido la tarde del miércoles 26 de junio, durante más o menos tres horas, con el general Juan José Zúñiga, quien dos noches antes, en un programa de televisión, había lanzado una advertencia contra la intención de que Evo Morales de volver a ser presidente, está sirviendo de pretexto para partir en dos al país.
De un lado están quienes sostienen la teoría de un golpe de Estado, por lo que se vio ese día, intentado por un grupo de militares a la cabeza de Zúñiga. El gobierno de Luis Arce defiende esta postura desde la misma noche del miércoles, cuando las principales autoridades del Ejecutivo se dieron un baño de masas en la plaza Murillo para celebrar lo que denominan como un supuesto triunfo de la democracia sobre la intentona golpista.
Del otro lado de la balanza se encuentran quienes cuestionan lo sucedido aquel día, e incluso hablan de un “autogolpe”, es decir, de unos hechos provocados adrede para dar la impresión de que Arce estuvo a punto de ser derrocado.
Hay una tercera posición que habla de una insubordinacón de Zúñiga ante la posibilidad que no fuera ascendido.
Por ahora, ninguno de los dos relatos principales ha sido comprobado. Pero, sin entrar en especulaciones, es de valorar que Bolivia siga teniendo un gobierno legitimado en las ánforas, aún al frente de un país lesionado desde hace mucho en lo más hondo de su institucionalidad. Lo cierto, también, es que, en cuestión de minutos, los sucesos registrados en el centro político del país fueron caricaturizados exponencialmente mediante memes en las redes sociales. Gran parte de la gente no creyó en lo que había visto, una versión alentada luego con el argumento del propio Zúñiga, quien aseguró que todo había sido coordinado con el Presidente para “levantar su popularidad”.
En los días posteriores, sobre todo el sector ‘evista’ del Movimiento Al Socialismo (MAS) adoptó como suyo ese discurso, claramente como parte de la guerra política intestina que mantiene desde hace meses con los ‘arcistas’, de cara a las elecciones generales del próximo año.
Desde este mismo espacio, al día siguiente de los acontecimientos que pusieron en vilo al país, señalamos que son versiones contrapuestas y ahora, haciendo transcurrido varios días, el panorama no ha variado sustancialmente: ninguna puede ser dada por cierta sin una investigación seria e imparcial.
Entretanto, considerando los antecedentes de la larga noche negra de las dictaduras en el país, con las consecuencias por todos conocidas: víctimas mortales y familias destruidas, no se puede jugar irresponsablemente con algo tan delicado como esto. Los políticos, especialmente, tienen en sus manos el tratar este asunto con la seriedad que se merece impulsando una investigación hasta dar con los responsables.