“Acá hay leones” decían los romanos de una región desconocida, llena de peligros; un dicho que se adapta cabalmente al referéndum “tricéfalo” que ha anunciado el presidente Arce, aventurándose en un terreno político lleno de incógnitas y poblado de “leones” listos a darse un banquete.
No comentaré los dos referéndums que buscan modificar la constitución: otros colegas versados en esos temas lo han hecho con claridad meridiana que, como de costumbre, no será suficiente para disipar las nieblas de los intereses electorales.
Me referiré, sin embargo, a la anunciada consulta acerca de la eliminación del subsidio a los hidrocarburos. Para ese fin, apelaré a mi experiencia (participé en la organización del referéndum de gas del año 2004) y a mis conocimientos de la temática energética.
Una primera comparación con el año 2004 me permite evidenciar una marcada diferencia entre el gobierno de entonces y el actual. Al contrario de la diáfana toma de posición de Carlos Mesa con respecto a las respuestas esperadas, no se vislumbra hoy una clara definición de lo que el gobierno espera del referéndum y tampoco una convencida propaganda a favor de esa posición. Es posible que “sottovoce” el presidente Arce espere que el pueblo se incline por eliminar el subsidio. Recuerdo que en el fallido intento de sincerar los precios de los combustibles el año 2010, el entonces “superministro” Arce hizo campaña a favor de su decreto. De hecho, coincidimos en un canal de televisión en justificar la medida, aunque con matices diferentes.
Es posible que esa frustrada experiencia (Evo Morales tuvo que recular para desactivar una revuelta popular) sigue presente en el subconsciente del actual presidente y lo ha inducido a llamar a un referéndum para intentar hacer lo mismo que hace 14 años, pero esta vez “obedeciendo al pueblo”.
Sin embargo, no basta cubrirse las espaldas con el voto esperado, aunque no solicitado, a favor de eliminar el subsidio. Los leones verdaderos, los hambrientos, están en la redacción de la pregunta, como aprendí el año 2004.
La versión más simple de la pregunta del referéndum sería: “¿Está usted de acuerdo con eliminar el subsidio a los hidrocarburos?”, una formulación sencilla, pero no exenta de grandes ambigüedades.
En primer lugar “eliminar el subsidio” técnicamente significa muchas cosas diferentes: eliminarlo de golpe o gradualmente, de manera universal o sectorialmente, con o sin compensaciones sociales. Esta simple observación confirma la torpeza del referéndum de marras, debido a que, en última instancia, su ejecución corresponde al gobierno. De hecho, un viceministro se ha adelantado al afirmar que la eliminación será paulatina en el tiempo y gradual en los impactos. Pasó lo mismo el año 2004: Mesa hizo campaña por el referéndum, pero una juntucha política en el Congreso hizo la ley de hidrocarburos.
Volviendo a la pregunta, la mayor ambigüedad está en definir a qué subsidio se refiere la pregunta. Si se especificara “a los hidrocarburos”, se afectaría al gas y al petróleo y solo indirectamente a sus derivados (los carburantes). Si se busca que la eliminación afecte a todos los combustibles, se sinceraría el costo de diésel, gasolina, GLP y el gas en sus múltiples usos (doméstico, vehicular, industrial y termoeléctrico).
Pero, si se desea mantener la subvención al gas natural, debido a la reacción en cadena que tendría en el costo de la energía, la pregunta debería ser más transparente y consultar si se quiere eliminar el subsidio únicamente al diésel, a las gasolinas y al GLP.
En fin, es imprescindible tener claridad en torno a lo que se quiere consultar (y, eventualmente, ejecutar), porque en la redacción de la pregunta están los leones.
* Es físico y analista.