Los incendios, que no pueden ser sofocados, en gran parte de las áreas forestales del país han llegado para recordar la importancia que, por un lado, tienen los recursos hídricos, y, por otro, que estos son los resultados del cambio climático.
Aunque la cuestión del cambio climático ha pasado a un incómodo segundo plano desde el momento en que el precio de la energía se disparó por las nubes y algunos han hecho cuentas de lo que supondría cambiar de verdad toda la matriz energética mundial, el tema del agua y su escasez sigue siendo uno de los puntos clave en la agenda ambiental.
El mes pasado, entre el 25 al 29 de agosto, varios países conmemoraron la “Semana Mundial del Agua”. En ese foro se reunieron expertos de todo el mundo para analizar y proponer soluciones a los desafíos hídricos más acuciantes del planeta.
No por repetido, el agua deja de ser el elemento clave para la vida. En el plano individual, para beber, lavar los alimentos, curar una herida con seguridad, etc., mientras que en el colectivo porque la ausencia de agua corriente genera infecciones y muchas muertes relacionadas con la falta de higiene. En el plano productivo, por todo lo que concierne a la producción de alimentos, de energía y de otros productos de primera necesidad. El agua como elemento básico, sin el cual no está garantizada la vida. Y sin embargo, continúa siendo un recurso escaso en algunas zonas del mundo: Se estima que 4 de cada 10 habitantes están afectados por la escasez de agua.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), 2,1 billones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura y 4,5 billones, de servicios de saneamiento seguros. Otras cifras manejadas por esos organismos son igualmente alarmantes: 340.000 niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades diarreicas y al menos 1.800 millones de personas en todo el mundo beben agua que no está protegida contra la contaminación de las heces. En Bolivia viven algunos miles de estas personas, que no tienen acceso al servicio de agua, con todo lo que supone para la vida y la desigualdad.
A nivel internacional existe el Día Internacional del Agua el 22 de marzo. En tanto que, en el ámbito nacional, el asunto sigue siendo objeto de muchos programas y referencias de inversión en los tupidos discursos de rendición de cuentas, pero no hay un Plan Hidrológico Nacional que aúne esfuerzos y planifique inversiones para garantizar la provisión y, además, garantizar una gestión de cuencas adecuada, que cumpla con las necesidades productivas.
Bolivia es uno de los países más vulnerables al cambio climático y urge garantizar el tema del agua de forma integral lo más rápido posible, pues, mientras el tiempo apremia, los proyectos avanzan a paso de tortuga, o simplemente no avanzan.
