La silenciosa crisis de la sequía

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 27/09/2024
PUBLICITE AQUÍ

El país se incendia, literal y metafóricamente. Mientras el partido en función de gobierno pareciera empeñado en querer devorarse a sí mismo, los incendios forestales avanzan sin que nada ni nadie pueda detenerlos.

El último reporte publicado por este diario señala que “los incendios forestales han sobrepasado todo límite y están sorprendiendo, incluso, a nivel mundial. Bomberos españoles que ayudan a sofocar el fuego, indomable desde hace ya más de 90 días, han alertado que se trata de una situación no habitual y que esta ha superado la capacidad de respuesta”. A tal panorama se agrega la noticia de que Bolivia estuvo entre los tres países más contaminados del planeta el miércoles recién pasado.

Mientras los titulares e imágenes de los incendios que devastan grandes extensiones de tierra ocupan la atención general, una crisis igualmente apremiante avanza en silencio: la de la sequía. Uno de los lugares donde sus efectos pueden percibirse con claridad es el valle alto de Cochabamba. A pesar de su menor visibilidad mediática, la falta de agua está provocando estragos en las comunidades rurales y urbanas de la región, y sus efectos a largo plazo pueden ser tan devastadores como los incendios. Esa región está enfrentando una sequía crónica que no solo amenaza la agricultura, sino también la vida misma de sus habitantes.

La escasez de agua para consumo y riego ha alcanzado niveles críticos en municipios como Punata y San Benito, donde la producción agrícola se está desplomando. Al menos 150 hectáreas de tierras agrícolas se han perdido solo este año, lo que ha obligado a los productores a reducir o abandonar el cultivo de maíz y hortalizas, y a depender de pozos subterráneos con caudales mínimos. La situación es tan severa que se ha implementado un racionamiento del agua para consumo humano.

Según estudios de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y organizaciones como Water for People, la falta de agua potable está afectando profundamente la calidad de vida en las comunidades del valle alto. En algunas escuelas, los estudiantes se ven obligados a compartir dos baterías de baño para cientos de escolares, lo que representa un riesgo sanitario alarmante.

La proyección a futuro es aún más preocupante. Según las investigaciones, si no se toman medidas inmediatas, para el 2030 o 2040 el valle alto no será capaz de cubrir las necesidades mínimas de agua para consumo humano, lo que podría generar un éxodo masivo y crisis humanitaria sin precedentes. Los proyectos de transvase de Kewiña Khocha y Q’omer Khocha, planteados como soluciones a largo plazo, han sido identificados como clave para mitigar la sequía, pero su ejecución se encuentra trabada por la falta de voluntad política y las resistencias locales.

Los alcaldes y concejales locales, por su parte, han expresado su compromiso de agilizar las gestiones para concretar los proyectos de transvase, pero, hasta ahora, los avances han sido lentos. Los intereses en conflicto y las resistencias de algunas comunidades no deberían seguir postergando la ejecución de soluciones urgentes.

La situación de crisis que se vive en esa región cochabambina representa una advertencia de lo que podría ocurrir a partir de fines del presente año, especialmente en las regiones que ya reportaron falta de agua en los últimos meses, como el caso de Potosí. Si no se toman medidas a tiempo, podríamos estar lamentando un panorama similar o peor que el del valle alto.

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor