El verdadero Che Guevara

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 08/10/2024
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Este martes conmemoramos la captura del guerrillero argentino-cubano Ernesto Guevara que hace 57 años se rendía frente a efectivos del ejército luego de haber pedido que “no disparen, soy el Ché”.

Los hechos ocurridos entonces estuvieron rodeados de una polémica que no ha desaparecido, aunque el paso del tiempo ha permitido que se haga algunas rectificaciones históricas.

Hasta antes del ascenso de Evo Morales al poder, las personas que formaron parte de las tropas bolivianas que combatieron a la guerrilla eran consideradas héroes que lucharon contra una intervención extranjera. Incluso habían iniciado trámites para ser declarados “Beneméritos de la Patria” con todos los beneficios que ello acarrea.

El primer cambio del gobierno ‘evista’ fue que comenzó a conmemorar una fecha que sus antecesores ignoraron sistemáticamente. Lo siguiente fue la elevación de la figura de Guevara de supuesto invasor extranjero a héroe digno de ser homenajeado incluso utilizando recursos fiscales.

En 2017, los viajes que miles de autoridades y servidores públicos realizaron a Vallegrande para el cincuentenario de la captura y posterior muerte del Che fueron cubiertos, así sea indirectamente, con dinero del Estado pese a que se anunció públicamente que los viajeros costeaban sus gastos.

Por una parte, hay que admitir que el episodio de La Higuera fue mal contado desde el principio así que la verdad no tardó en salir a la luz. Cuando se presentó el cadáver del Che, en el ya lejano 1967, se dijo que el guerrillero había caído en combate cuando la verdad era que fue capturado con vida.

Lo siguiente fue tan torpe que el gobierno de Barrientos no pudo ocultarlo: Guevara fue víctima de una ejecución sumaria, sin juicio alguno. Las características de su muerte se enmarcan incluso en la tipificación de asesinato. 

La conmemoración del cincuentenario no solo estuvo rodeada de homenajes, sino de varios trabajos de investigación. Así, un periodista cubano presentó un libro en el que se describe a un Che Guevara muy distinto al que se pintaba en los homenajes: un hombre que, lejos de la figura del romántico guerrillero, no solo era capaz de matar a sangre fría sino que le encantaba hacerlo.

Como la publicación es obra de un disidente del régimen castrista y exiliado en Miami, es lógico que surjan dudas sobre su contenido pero, por lo que se puede saber, el trabajo está acompañado de pruebas no solo testificales sino también documentales.

Las pruebas testificales son declaraciones de varias personas que lo conocieron o estuvieron vinculadas con un episodio poco conocido en Bolivia, el del lugar conocido como La Cabaña, en Cuba, donde fueron encerradas varias personas a quienes se consideraba contrarios a la revolución, y que estuvo bajo la responsabilidad de Guevara.

Los testimonios señalan que las ejecuciones sumarias que se realizaron en La Cabaña no solo fueron extrajudiciales sino que procedieron tras la falsificación de pruebas para justificarlas. Hay gente que afirma que Guevara afirmó que se mataba a los “contrarrevolucionarios” solo por serlo.

Entre los documentos existen cartas de Ernesto Guevara y sus padres. Lo que mueve a pensar que el guerrillero pudo haber tenido una personalidad psicótica es que, en esos escritos, les admitió a sus padres, por separado, que le gustaba matar.

Se trata, entonces, de una faceta del ahora legendario Che que pocos conocen y que es improbable que se difunda en un país que, como Cuba, se dedica a venerar solo su versión dulcificada, aquella que les interesa a los gobiernos denominados “de izquierda”.

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