De manera lenta y todavía insegura, los bloqueos ejecutados por partidarios de Evo Morales consiguieron paralizar el transporte en algunas regiones del país, especialmente del departamento de Cochabamba.
El expresidente fue entrevistado ayer por la radio Panamericana e intentó convencer a la gente de que los bloqueos buscan el interés nacional, pero, como se sabe, la pugna entre los bandos en los que se ha dividido el Movimiento Al Socialismo (MAS) es evidentemente sectaria y se hace patente con acciones como estos bloqueos.
Entretanto, sigue adelante la investigación contra Morales tras ser denunciado por estupro y trata de personas, algo que los afines al exmandatario interpretan como una persecución judicial para sacarlo de la carrera electoral. Han llegado al extremo de incluir entre sus condiciones para aceptar el diálogo propuesto por el Gobierno, precisamente, no procesar al líder cocalero.
La defensa de Morales ha comenzado a hace aguas. Por estas horas, varios de los integrantes de su equipo cercano de los últimos años han dejado de poner las manos al fuego por su inocencia y, más bien, han adoptado la estrategia de atacar a sus detractores de hacer lo mismo que él, con lo cual parecen pretender una normalización de delitos que, en los hechos, no les servirá ni judicial ni políticamente.
El escándalo de supuesta pedofilia (un capítulo más, de varios en diferentes años) se gestiona paralelamente a la negociación por la nominación del fiscal general, que es una de las personas con más poder del país. Quedan pocos días para que se cumpla el plazo fatal y, para variar, esto tiende a llevarse al límite, con las bancadas dispersas y sin soluciones a la vista.
El problema de la intensidad política reside en que puede acabar dilapidando energías que merecen concentrarse en otros asuntos. La economía ha vuelto a resfriarse, más allá de que los bancos centrales hayan empezado a bajar los tipos de interés, con lo que se supone que en unos meses se podría volver a estabilizar el valor del dólar.
Los pocos datos publicados del INE empiezan a mostrar un alza de precios fuera de control y, además, por primera vez se va a poner a prueba la “liberalización” de la gasolina: los precios del crudo han empezado a crecer sustancialmente por la tensión entre Israel e Irán.
Mientras, hay otro fenómeno independiente y mundial que tiene que ver con el alza de los precios de los alimentos, que ha vuelto a escalar estos meses y que más que un origen, tiene una tendencia: la población crece, las condiciones de vida mejoran en occidente y se consume todo lo que se produce con enorme voracidad. Es el mismo fenómeno que está quemando nuestros bosques para abrir espacio a nuevas plantaciones, pero desde otro vértice.
Bolivia lleva demasiado tiempo perdida en peleas políticas que distraen la atención sobre los temas realmente importantes.
