¿Qué es lo que realmente ocurrió la mañana de este domingo en el Chapare con el expresidente Evo Morales? Un ataque como el denunciado por él mismo y sus seguidores, con el respaldo de un video, no merecería ninguna duda en cualquier otro lugar que no sea el del bastión del líder cocalero...
Ocurre que, a pesar de la gravedad de la denuncia —lo cual fue reconocido incluso por el archirrival de Morales, el presidente Luis Arce—, surgen dudas respecto a su veracidad a partir de varios antecedentes, según los cuales el ala ‘evista’, siguiendo la receta de otros políticos ligados al populismo, no pocas veces han incurrido en noticias falsas o ardides comunicacionales para llevar agua a su molino.
El Gobierno salió rápidamente a cuestionar la versión de Morales y los dirigentes cocaleros y de otras organizaciones del ‘evismo’. El viceministro de Seguridad Ciudadana, Roberto Ríos no solo negó que hubiera una orden de aprehensión, tal como también lo señaló Morales, sino que dijo que “la gente cree que es un autoatentado”. Luego, a tono con lo ordenado por Arce, ratificó que investigarán lo sucedido.
Pero, atendiéndonos fríamente a los hechos, sin consideraciones de posibles tretas políticas o comunicacionales en el marco de la práctica de la “posverdad” en el mundo, de ser cierta la acusación del exmandatario, en sentido de que miembros de las fuerzas de seguridad habrían perpetrado un ataque a balazos contra él, estaríamos hablando de una situación sumamente grave y, de comprobarse, con una investigación imparcial, ameritaría llegar al fondo del asunto y, como corresponde, llevar a los autores ante un tribunal de justicia.
Por lo demás, no es de extrañar que estos nuevos acontecimientos, que ocupan una vez más el centro de la atención nacional, pasen a ocupar el mismo sitial que otros emblemáticos, como los que en 2019 llevaron a polarizar al país entre quienes defienden, hasta hoy, la implementación de un “fraude electoral” y los que aseguran que en realidad hubo un “golpe de Estado”.
Con relación a Morales, a pocas horas de los hechos denunciados, nada se puede descartar. Ni que se hubiera producido un atentado ni tampoco que se hubiese orquestado un intento de magnicidio, tal como lo denominan los adláteres del expresidente.
Cabe recordar que, a la inversa de lo que pasa en estas horas, en las que mucha gente duda de la versión de los evistas, en junio de este mismo año, cuando el gobierno de Luis Arce denunció una tentativa de golpe de Estado, tras la incursión de un grupo de militares encabezados por el general Zúñiga en la plaza Murillo, las redes sociales se inundaron de escépticos que no creyeron en esa interpretación.
El país sufre actualmente uno de los bloqueos más impopulares de su historia. Conscientes del rechazo popular, algunos de los dirigentes de las federaciones del trópico de Cochabamba expresaron sus dudas y su deseo de retirarse de los lugares donde se ejecuta la medida. En medio de ese panorama aparece un video con un vehículo en el que uno de sus ocupantes es Evo Morales y el chofer presenta una herida en la cabeza. Se advierte una situación caótica, con vidrios quebrados y habitantes del Chapare cerrando filas en torno a su líder.
Antes, los detractores del Gobierno hablaron de un “autogolpe”. Ahora, los contrarios a Morales refieren a un “autoatentado”.
Con la noticia aún fresca, no es recomendable sacar conclusiones. Pero sí se debe tener presente que la credibilidad en los políticos involucrados en esta nueva trama viene mellada no de ayer, ni de hace meses, hace mucho más tiempo. Ojalá las instituciones llamadas a comprobar o descartar cualquier denuncia tuvieran la credibilidad necesaria para que los resultados de sus investigaciones fuesen la última palabra y sepultaran cualquier especulación o susceptibilidad.