A muchos no les gusta lo que pasa en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), pero hay que admitir que allí se determina, en gran medida —aunque no de manera absoluta—, el futuro del país.
En la ALP, durante la semana pasada, se vino discutiendo —al menos, eso era lo esperable— la renovación o la ratificación de las directivas camarales. En Diputados, no sin polémica, se consiguió elegir una nueva. En Senadores, en cambio, hubo reelección.
Andrónico Rodríguez ocupa el sillón principal de la Cámara Alta por quinto año consecutivo, con lo que el ‘evismo’ logró mantener el control de ese espacio político, en una estabilidad pocas veces vista en los últimos tiempos de la historia nacional.
Criado bajo el ala de Evo Morales y al calor de las seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, donde ejercía la presidencia de facto en los últimos años del mandato de su mentor, Rodríguez fue el elegido por el MAS para ese cargo desde el primer momento, pero ya desde el tercer año se vio obligado a hacer malabares para mantenerse en el poder.
Primero, intentó conformar una especie de tercera vía, que aunara los pedidos de las alas ‘evista’ y ‘arcista’. Se presentaba como el líder de la renovación, pero manteniendo fuerte su raíz en el Chapare. Además, su carisma natural, su juventud y también su formación académica, le permitían acercarse a otros espacios más urbanos, a los que el masismo más tradicional usualmente no llegaba. Pero, en algún momento, su mentor le exigió definirse.
Andrónico lo pensó, hizo declaraciones cuestionando la estrategia del jefe de laminar al gobierno de forma permanente y, finalmente, apareció en el Congreso de Lauca Ñ en el que se proclamó a Morales candidato, oficializando el cisma con los partidarios de que Luis Arce continuara en el cargo.
Lograr la cuarta presidencia no fue fácil, pues tuvo que aceptar una “agenda legislativa” impuesta por Comunidad Ciudadana (CC) con varios puntos controvertidos; a la postre, solo se ha aplicado uno: las elecciones judiciales de este año, que actualmente están en cuestión.
La última está resultando la más complicada de explicar, pues, aunque el evismo ha declarado sin titubeos el objetivo de “tumbar el gobierno de Arce”, las bancadas de oposición, empezando por CC de Carlos Mesa, y siguiendo por Creemos, aunque el control en este caso es más disperso, han renunciado a buscar la presidencia de la cámara junto a los senadores del MAS de Arce, sirviendo así en bandeja de plata el continuismo.
En la lógica de los radicales del MAS, la posición de Rodríguez es estratégica pues, en la eventualidad de una caída del gobierno de Arce, más una salida del vicepresidente David Choquehuanca —tal cual ocurrió en 2019 con Evo Morales y Álvaro García Linera—, quien asumiría la Presidencia del Estado, siguiendo la línea sucesoria, es, precisamente, Andrónico.
He ahí el objetivo de la que algunos llaman “pugna fraticida”, es decir, entre “hermanos del MAS”, así como el de luchar hasta las últimas consecuencias por apoderarse de la sigla, que es, hoy por hoy, el principal botín en el instrumento político del oficialismo.
Entretanto, en ausencia de una oposición de peso, que sea verdaderamente representativa de la ciudadanía contraria al MAS, el país se desangra económicamente por esta absurda interna política que se dirime, cada vez con mayor frecuencia, en las carreteras, a punta de bloqueos y desbloqueos.