Resulta que WikiLeaks, la organización de Julian Assange que se hizo famosa por publicar documentos secretos de los gobiernos, reportó hace 13 años que el expresidente Evo Morales expulsó a la DEA de Bolivia por espiar las visitas que este hacía a sus supuestas parejas menores de edad.
El reporte, publicado este sábado por la estatal Agencia Boliviana de Información (ABI), señala que este supuesto espionaje a la vida privada del exmandatario habría sido revelado por un ex viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, que, como se sabe, fue un alto dirigente de los productores de hoja de coca del Chapare antes de que Morales lo nombrara en ese cargo. Lo que Cáceres habría dicho es que la expulsión “tenía que ocurrir porque el (ex) presidente Morales estaba molesto porque la DEA lo está siguiendo, especialmente cuando visita a sus novias”.
Luego de que la noticia fuera publicada por varios medios de comunicación del país en sus páginas web, el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, dijo que “la DEA no investiga violaciones de niños o niñas, (puesto que) tiene una competencia específica en materia de lucha contra el narcotráfico”. La aclaración tiene sentido: DEA es el acróstico de Drug Enforcement Administration o, en español, Administración de Control de Drogas.
A partir de la afirmación del ministro Del Castillo se puede colegir que la DEA no espiaba a Morales por sus actividades sexuales —las que lo tienen ahora en la mira de la justicia no solo boliviana, sino también argentina—. Lo hacía por la sospecha de que el entonces presidente tenía vínculos con el narcotráfico, al igual que la pedofilia, un secreto a voces en Bolivia.
Pese a su evidente poder, la DEA nunca pudo incriminar a Morales con el narcotráfico porque no podía espiarlo mientras él se encontraba en el Chapare, donde desarrolla sus principales actividades económicas públicas. El domicilio del expresidente está en el trópico de Cochabamba y es allí donde vota. Pero el Estado tiene cada vez más dificultades para controlar esa parte del país, el feudo de Evo y sus acólitos, tal como quedó comprobado, una vez más, en el reciente bloqueo de carreteras que duró 24 días.
Por lo menos desde el último gobierno de Hernán Siles Suazo (1982-1985) se sabe que, de las dos grandes zonas productoras de hoja de coca: los Yungas de La Paz y el Chapare de Cochabamba, solo en la primera se producía la que está destinada al consumo tradicional, es decir el “p’ijcheo”, por razones fundamentalmente agrícolas. En Bolivia se conoce también que pese a que su clima favorece el cultivo de coca, la tierra del Chapare no contiene los elementos que la de Yungas, por eso la que se produce en aquella parte del país es amarga, no apta para el masticado. Para lo que sí sirve, y eso también fue demostrado, es para la producción de pasta base de cocaína.
En el Chapare mandan las federaciones de cocaleros. De allí la dificultad de cualquier organismo, no solo de la DEA, para “espiar” al expresidente cuestionado. Se podría pensar, en todo caso, que fuese espiado, sí, cuando estaba en La Paz, probablemente cuando visitaba a sus “novias”, como dice el informe de WikiLeaks. Pero nada de esto ha sido corroborado de manera oficial y, por ahora, todo queda en el terreno de las especulaciones. Aunque, es cierto, una nueva sospecha recae sobre la figura —ya seriamente comprometida— de Evo Morales.