57372

Monica Briançon Messinger 19/11/2024
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Siglo pasado. Década de los 80s. La hiperinflación es galopante. Allí conocí porqué la gravedad es mi enigma.

Todo comenzó una tarde cualquiera, creo que de un fin de semana, porque los otros días servían  para trabajar y juntar lo que se pudiera: dinero, harina, arroz, carne y gasolina. 

Mi hermana y yo éramos nenas. Solo queríamos divertirnos. Así que hacer cola por la gasolina, no sonaba muy divertido. Pero acompañamos a mi papá, a la cola que tenía que hacer, para conseguir gasolina.

En poco tiempo nos despachó. Para él era mucha bulla, mucha risa, proveniente de sus hijas, en un momento cansino y preocupante. 

Se fue al final de la fila para la gasolina. Era más de un kilómetro. Más o menos tenía que avanzar desde el final del Club Tenis, en la avenida Ramón Rivero de la ciudad de Cochabamba, hasta el antiguo surtidor que estaba instalado donde hoy se encuentra el cuartel general del SAR, en la calle Oblitas.

No nos hicimos rogar. Fuimos al parquecito cercano al surtidor, específicamente a los columpios. Columpiamos como tres horas. Saltamos de allí, cuando nos llamó porque ya cargó la gasolina en su VW doble cabina con placa 57372, cuya puerta lateral parecía la de un avión. 

El salto y la caminata fueron imposibles. La gravedad hizo su efecto. Caímos como saco de papas. 

Tanto columpiar hizo que nuestras piernas no nos respondieran. Poco a poco recuperamos el andar, pero fue como caminar sobre la luna. Apenas sentíamos el cuerpo. Ese momento fue cómico. Y la gravedad era un enigma, sentía que flotaba, pero estaba con los pies en la Tierra. Nosotras en el suelo y los precios de los productos subiendo y subiendo, ajenos a la gravedad.

Hoy siglo XXI sería imposible que un par de niñas columpien solas, ya que se consideraría como una acción peligrosa.

Pero, en este siglo XXI, algo que no es peligroso y han vuelto en gloria y majestad, a todas las ciudades de Bolivia, son las colas para obtener gasolina, gracias al fracaso del modelo eco-socio-productivo mamón establecido por los masistas. 

Es innegable la quiebra económica del país. Y la han quebrado el Huido y sus ex ministros, especialmente el de economía, hoy Mandamás de Bolivia. 

Vivimos afectados, cansados, hastiados de hacer cola para cargar gasolina y evidenciando que cada día los precios de los comestibles van subiendo y subiendo, hasta posicionarse en un 30% más caro de lo que estuvieron a inicios de 2024.

Las ocurrencias, para salvar al país de la quiebra, son payasadas: emitir más masa monetaria, inventar clínicas para apoyar a los empresarios, o sacar tiendas móviles de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA), porque ¡oh! “han descubierto” que los compradores son en realidad revendedores-especuladores, y no familias necesitadas de arroz, azúcar y aceite. 

Esas no son soluciones. Son tomadura de pelo, o en buen castellano, son una mamada. 

Hay  varias soluciones más coherentes. La más importante es Basta del MAS. Ni huEvo, ni Lucho, ni nada de la caterva de maleantes que han saqueado, quemado y envenenado a Bolivia.

Para ellos tiene que funcionar la ley de la gravedad más simple: todo lo que sube, tiene que bajar.

Y esperemos que pronto.

Queda para recordar a la 57372, allá donde esté, espero que con tanque a full, con llantas llenas de aire, volando a gran velocidad, lejana a estos días nefastos que vive Bolivia.

 

* Es periodista y ecologista declarada.

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