A pesar de que siempre hay una duda latente sobre abandonar o no las redes sociales (nos roban tiempo, nos aíslan, despiertan sentimientos que preferiríamos no profesar, y alteran nuestra paz mental), ese planteamiento se concentra fundamentalmente en X por su contenido político y la dinámica –por lo general cáustica– de los debates.
Esa condición ha provocado las semanas pasadas un éxodo (moderado). Dado que X fue comprada por Elon Musk –que se sumergió en la campaña electoral de Trump y ha sido elegido por él como encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental de EEUU–, quienes se retiran dicen estar jugando de visitantes y con árbitro vendido. Abandonando X no solo renuncian a la lucha ideológica, sino que además castigan a sus oponentes derechistas, que seguro no tolerarán esta derrota.
Dicen que soldado que huye sirve para otra guerra. Quizás los desertores de Twitter encuentren otro espacio en el cual arremeter sin adversarios en el frente. Así, estos guerreros (adalides del pluralismo y la libertad de expresión) podrán volverse vencedores de sus disputas unilaterales. Leí en el medio de comunicación del líder español, Pablo Iglesias, que lo que los izquierdistas que se quedan en X tienen que hacer, es “reconquistarla, obligar a Elon Musk a venderla, tomar su control mediante una cooperativa de trabajadores y devolverle su nombre original”.
Otra vía utilizada en la cruzada contra el fascismo estos días, que impulsará al presidente electo de Estados Unidos a apartarse definitivamente de la vida pública, es la afiliación al “movimiento 4B”. Resurgido como respuesta a la misoginia de Donald Trump tras el resultado electoral del 5 de noviembre, este movimiento propugna que sus integrantes, mujeres ellas, no se casen, no mantengan citas con hombres, no tengan relaciones sexuales con hombres y lo más importante, no tengan hijos (no vaya a ser que les salgan varones). Otra de sus consignas es romper con los novios que hayan votado por Trump y alejarse de aquellos que apoyaron al Partido Republicano.
Las consecuencias eventuales que persigue el “movimiento 4B” son el descenso de la natalidad, que a su vez ocasionaría el estancamiento de la economía, la falta de mano de obra debido a la escasez de trabajadores y finalmente la destrucción del sistema capitalista...
Ya lo sabe, si usted es parte de esta nueva izquierda la tiene fácil. Puede hacer la guerra practicando una de estas estrategias: o bien eliminando su cuenta de X o, si es mujer, dejando de hacer el amor con hombres. No puedo asegurarle que las cosas cambiarán de un momento a otro (los republicanos gobernarán Estados Unidos, Elon Musk no le regalará Twitter a Pablo Iglesias y el capitalismo en Suiza no será sustituido por el socialismo del siglo XXI), pero sí le garantizo que en su épica contienda no sufrirá ningún rasguño.
Y pues como a Trump ya hay quienes lo derrotarán, yo me ocuparé de otra batalla. Siguiendo algunas de estas novedosas formas bélicas, dejaré de leer la poesía de Rubén Darío, no conversaré con amigos nicaragüenses y no comeré más nacatamales. ¡Es hora de tumbar a Daniel Ortega!