La crisis económica tiene preocupados a los sectores industriales del país, entre otros, a pocos días de la Navidad. Se supone que, a estas alturas, el país ya debería haber vuelto a la situación que presentaba antes de la escasez de dólares y de carburantes. En las últimas horas, a este panorama, se agregó el problema de la falta de aceite nacional...
Las filas en los surtidores, por lo menos, han disminuido. Los empresarios privados han advertido que no pueden importar carburantes debido a la falta de dólares, algo que no ha sido superado; por el contrario, la tendencia hace temer un empeoramiento. La divisa norteamericana es un bien escaso y esta realidad ha derivado en una compleja situación financiera.
Empezó a correr el rumor de una supuesta existencia de un corralito bancario, lo cual fue desmentido prontamente por la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), aunque por todos es conocido que desde hace meses existen limitaciones en el uso de recursos propios con la moneda extranjera.
Por denuncias que circularon en distintos medios y redes sociales, muchas empresas y emprendedores empezaron a tener problemas con sus proveedores puntuales o servicios eventuales que se pagaban en dólares, aunque desde cuentas en moneda nacional.
La cuestión dio un salto cuando los ahorristas que habían depositado su dinero en dólares en cuentas del sistema financiero nacional empezaron a tener los mismos problemas para pagos de servicios, mucho más cuando se encontraron con la imposibilidad de retirar ese dinero en sus billetes originales, ni con plazo, ni nunca.
Obviamente, esta restricción perjudica a quienes necesitan comprar en dólares para mantener su actividad como ocurre, por ejemplo, con la importación de carburantes. Eso supone un riesgo para puestos de trabajo, además de la lógica afectación de la confianza en el sistema financiero.
El asunto es complejo y las soluciones, lentas. La causa está plenamente identificada, pues desde la caída de la producción de hidrocarburos y el fin de los contratos de exportación, los dólares no llegan, una responsabilidad de las últimas administraciones gubernamentales que ni industrializaron lo que había ni se esmeraron en hallar nuevas reservas con una planificación adecuada.
No se trata solo de la subvención a los carburantes, ni de acudir a un préstamo del Fondo Monetario Internacional ni de tapar huecos sosteniendo la actividad con otros créditos internacionales en dólares. Está visto que la crisis ha afectado incluso a sectores que en otros tiempos nadie hubiera pensado que serían tocados como, por ejemplo, el bancario. El presidente Luis Arce, que en su momento destacó como ministro de Economía, tendrá que hacer algo porque los entendidos avizoran un 2025 aún más complicado.