Escribir esta columna de opinión, cada martes, desde hace muchos años, es un privilegio que tengo. Pero lo que sucedió hace unos días trascendió más allá de lo que en algún momento he imaginado.
Tuve el gusto de conocer a Viveka Pérez de Pol, la mamá de Alexia Pol Pérez, la protagonista del cuento de FestDen, el personaje de mi anterior columna.
Ella me llamó, curiosa por saber si, efectivamente, la niña que mencioné en mi columna era su hija. Le dije que sí, pero, como no contaba con el permiso para mencionarla, no lo hice. Ahora lo tengo, gracias a Viveka. Ella y su hija quisieron conocerme y contarme el motivo para haber recolectado media tonelada de croquetas para perritos, así como 25 quintales de arrocillo, que fueron donados a tres albergues en la ciudad de Cochabamba.
Todo partió gracias a una galleta en forma de huesito, que regalaron a Viveka, en un cumpleaños, y que ella llevó a su hija. Alexia, extrañada por la forma, la cuestionó, pensando que su mami fue a un cumpleaños de niños. La mamá le explicó que la dueña del cumpleaños lo hizo para motivar a sus amigas a donar lo que se pudiese, para ayudar a un albergue de perros. Alexia quedó encantada con la idea y decidió que para su cumpleaños no quería juguetes, sino ayuda para ayudar.
“Con toda la vergüenza del mundo envié invitaciones para celebrar el cumpleaños de Alexita, pidiendo dinero, el que se pudiese, a cada invitado”, me contó Viveka. La ayuda no se hizo esperar.
Y como Alexia tiene tantos amiguitos, la suma recaudada superó los Bs 10.000. Compraron el alimento tan necesitado para los albergues. Incluso, el dueño de la tienda de alimentos donó camión, gasolina, chofer y un estibador para llevar lo acopiado a los lugares elegidos.
Fue una cadena amorosa, del tipo que abriga a tu corazón y te hace creer que puedes tener fe, en esa porción de la humanidad que hace cosas bonitas y buenas. Alexia me dijo que prefirió no tener regalos, porque eso puede terminar en la basura, u olvidado en un rincón, pero que ayudar a los perritos queda en el alma.
Cuando entregó la donación se enamoró del “Tres Patas”, y quiere adoptarlo. Pero este can es el embajador del refugio que lo acoge, y da la bienvenida a otros canes que llegan maltratados, desnutridos, cojos, ciegos o llenos de pústulas, por heridas mal curadas. Así que buscará a otro perrito para adoptar.
Comparto esta experiencia porque es la mamá quien me llama la atención. En una sociedad plagada de personas que constantemente están viviendo la vida a través de las redes sociales, a través de un espejo negro digital cargado de contenido negativo, devoradas por la coyuntura o por memes políticos, ella ha demostrado que hay una vida más allá de la pantalla. Y le ha mostrado a su hija el camino. Excelente ejemplo de guía parental en un mundo ‘infoxicado’. Son acciones dignas de imitar.
Ahora que la Navidad se acerca, es posible sacar la vista fuera y pasearla por la vida.
Por aquello que podemos recomponer, sobre todo, en una sociedad diversa como la boliviana, donde las diferencias culturales, políticas o sociales pueden generar divisiones, aquí un buen ejemplo en pequeño de cómo incidir en la sociedad con acciones concretas, más allá de lo viral y los clicks, los padres y madres de hoy tienen esa responsabilidad de abrir ventanas en los corazones de sus hijos, para que desde ahí puedan ver la vida con empatía y con los ojos despiertos del alma.
* Es periodista.